Toño Vs. Twilight Parte 3 – ¡Eclipshit!

¡Hola amiguitous! Como ya es triste tradición en este blog, he sufrido una vez más en carne propia los horrores cinematográficos de la Saga de Crepúsculo, esta vez con la tercera instalación de este bodrio fílmico: Eclipse.

Notarán que es la primera vez que reseño la película antes de su estreno oficial. Y es que en mi interés por ser profesional y oportuno en la información, por pendeja que esta sea, logré agenciarme un pase doble para una función anticipada de Eclipse. La maniobra implicó contestar una complicada trivia por e-mail y hacerme pasar por mujer, pero sin ánimos de entrar en detalles les confieso que no es la primera vez que hago ninguna de las dos cosas. OK, no nos desviemos del tema…

Me apersoné con mis herramientas de trabajo (libretita de notas, pluma nueva, iPhone para tomar fotos cándidas de la concurrencia) en el Cinépolis TepiSur, una hora y cuarto antes de la función. La llegada tan temprano fue idea de mi esposa, fansss de Crepúsculo en todas sus formas mediáticas y firme creyente de que hay que apañar lugar en un sitio cómodo para estas funciones de aperre, so pena de tener que soplarse toda la peli con un caso agudo de tortícolis primerafilesca si uno no se pone vivo.

Mi esposa es la culpable responsable de que yo haya cometido el grave error de leer los libros y de chutarme las películas que se derivan de los mismos. Ella cree que debo estar agradecidísimo con su persona, pues mis posts sobre Twilight son de los más populares en el blog desde sus incipientes inicios. Claro, esto sería como si el témpano de hielo que hundió al Titanic pretendiera que le diésemos las gracias, pues debido a su labor pudieron filmar una película bien emotiva donde se ahoga Leonardo DiCaprio. Lo siento, el «efecto mariposa» de su lógica no aplica. Ya pasé por demasiado dolor leyendo libro tras libro con la promesa de «no, pérate, es que todo se pone súper chido en el libro final, ahí entra toda la acción y así…»

A la llegada descubrimos que ya habían como veinte changos en fila. Ya saben, la clásica colección de freaks que se apiraña para conseguir boletos gratis, pero con el agravante de que la película que van a ver es posiblemente tan mala como orinar sobre un cable de alta tensión. Muchas chavitas con sus playeras de Team Edward (al parecer los latinos convivimos con demasiados prietitos como para apreciar al hombre lobo Jacob en toda su homoerótica magnificencia), varios pobres diablos con cara de que estaban haciéndole el favor de la vida a sus respectivas novias, mamás chaperoneando a sus pubertas escuinclas, algunas parejas de chavillos sexualmente confundidos y un tarado con pinta de roquero viejo luciendo su playera oficial y hasta un botón con el logo de la peli, todo orgullosote. Y claro, no olvidemos a un sufrido bloguero capaz de sacrificar neuronas con la misión de entretener a sus Finísimos Lectores. Vayan juntando para levantarme mi monumento cuando me les muera, perros…

El primero de la fila llegó 2 horas antes de la función...

Lo malo es que sólo pude capturar una foto de la ocasión. Después de aventarnos una hora formados bajo una temperatura creciente debido a la cercanía humana, los elementos de seguridad a cargo de controlar el acceso a la sala exigieron a todo mundo la entrega de celulares, cámaras fotográficas, iPods, grabadoras y creo que hasta marcapasos, con el rollo de que la distribuidora lo exigía para evitar que alguien se piratease la película. Yo empecé a argumentar que ya había torrents disponibles en Internet y que de todos modos nadie podría creer que una película basada en la obra de Stephanie Meyer era digna de ser pirateada, pero todo fue en vano. Después de entregar mi celular, mi iPhone, mi iPod y mi Tamagotchi, logramos embutacarnos.

Sobra decir que mis expectativas no estaban por los cielos. Crepúsculo apestó con el hedor de una fosa común. Luna Nueva cubrió los cadáveres con huevos podridos. Todo apuntaba para que Eclipse se pusiera a hervir brócoli encima de todo para aumentar el clima de descomposición reinante. El tercer director de la saga, David Slade, tiene el siguiente palmarés: Hard Candy (gran premisa, gran película) y 30 Days of Night (gran premisa, pésima película), y ahora Eclipse (pésima premisa…). Mal presagio.

El director David Slade, preguntándose cómo diablos pasó de dirigir a Ellen Page a la plasta inanimada que es Kristen Stewart.

LA TRAMA (Cuidado: Zona de spoilers)

La película arrancó. Un teto abandona un antro durante una noche lluviosa. Es obvio que va a ser atacado por un vampiro, así que ahí concluye mi análisis de la escena. Corte a un campo lleno de florecitas amarillas, refugio favorito para el fajesín clasificación A («para toda la familia») que Bella y Edward se dedican de vez en siempre. Bella está tsinga y xode con echarse al plato a su centenario novio vampiro, pero este se la zafa hábilmente diciéndole que no, que es muy peligroso y otros pretextos tradicionales. Bella insiste, recordándole que los Volturi (algo así como la PGJ de los vampiros) le exigieron a Edward que tenía que convertir a su novia humana en novia chupasangre a la mayor brevedad. Una vez que te metes de vampiro no hay marcha atrás, como en la mafia, el narco y Amway, así que Edward le dice a Bella que tiene que disfrutar sus últimos meses «mortales» despidiéndose de sus amiwis humanos, de sus familiares y de los placeres comunes en chavas de su edad.

"Okei, Edward, ya fuera de desmadre... sí traes puesto mi labial, ¿verdad?"

El rollo de preparar a Bella para la conversión suena difícil. Por principio de cuentas está la cosa de convencer a Papá Charlie (y al inseparable Tío Bigote) de que Edward no es una especie de depredador sexual de esos que literalmente se comen a sus parejas. Recordemos que en las pelis anteriores Bella se lleva una monumental madriza cortesía de James el vampiro ojeis… Y al pobre Charlie le dijeron que su torpe hija se había caído por unas escaleras y a través de una ventana. Luego Edward la abandona en Una Hueva para evitar que la muy idiota siga arriesgando su vida a lo güey, así que ella se pone a arriesgar la vida a lo güey… Y claro, el pobre Charlie no encuentra otra explicación para el ánimo emo (¿Émimo?) de su tarada niña que la desaparición de su desagradable y paliducho futuro yerno.

Debo señalar que el inepto Charlie se ha convertido, por mucho, en el único personaje que tolero en la serie. Por principio de cuentas luce un mostacho zapatista al que sólo le falta hablar. Aparte los guionistas han entendido que pueden explotar al desconcertado padre de Bella y heroico (pero ineficaz) Sheriff del pueblucho de Forks como el comic relief de una película casi carente por completo de sentido del humor. Mi gusto por Charlie estuvo a punto de hacerme vestir esta camiseta a la premiere…

¡El Sheriff Charlie Swan y su Inseparable Alguacil Mostacho, al rescate!

Lo malo es que no tuve cómo hacerla llegar de Miami a México a tiempo para lucirla ante la bola de freaks que visten sus Team Jacob y Team Edward, pero les juro por lo más sagrado que la vestiré para la próxima película de la saga (Amanecer, parte 1). Y habrá fotos para probar mi hazaña. Que no se diga que uno no está 100% comprometido a hacer el imbécil en una película para tweens y amas de casa adictas al romance facilón y las tramas folletinescas.

Retomando Eclipshit: Para no perder el tono de relación abusiva de películas anteriores, Bella intenta visitar a Jacob, su amiguito licántropo perpetuamente enamorado de su carita de mingitorio, pero su camioneta no arranca. ¿Porqué? Bueno, Edward se le aparece de la nada y es obvio que le metió mano a la troca para evitar que ella se dirija a la reservación de los indios Quelites. Así que ni ver a sus cuatitos puede la pobre Lela sin que el vampiro célibe que se hace llamar su novio le saboteé el plan. Chicas, cuando se pregunten dónde y cuándo murió el concepto de Girl Power, será muy útil que citen a estas películas y libros como punto de referencia.

Bella escuchando historias de la tribu Quelite... o Kilowatt... o Quileute... ya no me acuerdo, neta...

Claro, el lobito metrosexual está súper enlobronado (es como se encabronan los lobos, creo) porque Bella ya decidió que la conviertan en vampiresa para unir su vida por siempre a la de Edward. Así pues, le intenta demostrar a Bella que está regando el tepache del apache invitándola a una fiesta india, donde los ancestros de la tribu narran las historias de cómo comenzaron a convertirse en lobos para defenderse de unos vampiros de época que se estaban escabechando a cuanto indio se les ponía enfrente. Al menos el director evitó el seguir tratando al público de pendexos sin remedio evitando filmar el flashback en sepia, como la directora del primero de estos bodrios. El caso es que cuando el jefe de la tribu se enfrentó a una vampira más mala que el guión, y estaba a punto de perder la batalla, su esposa decidió distraer la atención de la chupasangre dándose una certera puñalada en la panza, sacándose el mole justo a tiempo para lograr darle el respiro necesario a su marido para ultimar a la enemiga. Ya saben, una nada sutil referencia a sacrificarse, así que ya nos telegrafiaron lo que Bella va a tener que hacer a la hora de los catorrazos.

La peli prosigue el conflicto con las minucias del triángulo Bella-Edward-Jacob, que es aburrido al punto de hacernos añorar el tríangulo Niurka-Juan Osorio-Bobby Larios, así de salvaje. Todo se resume en esto:

1. Bella quiere darse un revolcón marca “Lindsay Lohan vacacionando en Colombia” con Edward, pero antes tiene que estar convertida en vampiro.
2. Edward dice que sí la quiere un buen, y que sí se la va a tirar, pero que es chapadito a la antigua y que quiere casarse antes.
3. Jacob ya escuchó veinte veces que Bella quiere a Edward y que con él “namás de amigos”, pero dice que ella está como bruta y no sabe lo que quiere, así que va a estar xodiendo hasta que ella acceda a probar las mieles de su licántropo amor.

Ahora bien, como es obvio que de los tres actores no haces siquiera medio hermano Bichir, la trama intenta darnos mil y un ejemplos de este dilema ahondando en las respectivas historias de otros miembros del clan Cullen. Para llegar a este punto hay una escena donde Jacob le roba un beso a Bella, esta reacciona metiéndole un derechazo a la mandíbula y acaba fracturándose los huesos de la mano en su cara de lobo hecho con adobe. Edward confronta a Jacob enfrente de casa de Bella reclamándole por el beso y por darle un carazo en el puño a su náilon (se enteró por su vidente hermana Alice “Préstametu” Cullen). Charlie entra a separarlos a ambos, y sólo puede poner cara de idiota cuando le explican las raras circunstancias del accidente, así que hace lo que todos deberíamos hacer (mostrar que Bella importa un comino) y se va a echar una chela frente a la tele o algo. Edward decide llevar a Bella con su “papá”, el Dr. Carlisle, a ver si es capaz de arreglarle la fractura y de hacerle una lobotomía, o sea el acto de removerle al lobo del cerebro. Ya deberían darme un título de médico honorífico o algo, soy un pinchi genio de la anatomía humana.

La familia Cullen: hasta en fachas se ven planchaditos...

¡Ah, pero aquí es cuando la trama se complica! El suspicaz Edward detecta un extraño aroma en el ambiente, mismo que no está relacionado con el tónico de bigote preferido por el Sheriff Charlie (una pista: es marca Budweiser). Otro vampiro ha estado deambulando por la casa de la familia Swan. Hay un cónclave de miembros de la familia Cullen para sobreexplicarle a la audiencia lo que ya sabemos que está pasando por otras secuencias previas, pero que sirve para meter a Bella a la trama: Un vampiro está creando “recien nacidos”, o sea vampiros primerizos (no confundir con los vampiros fronterizos). Y lo está haciendo al mayoreo, a juzgar por las múltiples desapariciones ocurridas en Seattle de unos días a la fecha. El rollo sacado de entre las nalgas de la autora, que ya se entusiasmó en esto de desvirtuar la mitología vampiresca, es que un vampiro recién nacido es súper poderosísimo, fuerte y difícil de controlar. Así que es obvio que alguien quiere escabecharse a Bella, y lo más obvio es que sea la pelirroja Victoria, quien no le perdona a los Cullen el haberse chutado a su novio James y a su cuatito Laurent en las pelis previas. Los Cullen han intentando atraparla en sus incursiones por la región, pero aquella es invariablemente más rápida e inteligente que estos vampiros supuestamente sabios y bien entrenados.

Las visitas de Victoria a la región han provocado encuentros entre los vampiros Cullen y los indios-lobos, quienes odian a todos los chupasangre por igual. No tanto como yo he aprendido a odiarlos después de estas películas idiotas, pero sí hay bastante odio. El teto de la primera escena es un tal Riley, y el güey lleva un ratote desaparecido, pese a los esfuerzos del Sheriff Charlie por encontrarlo. Dichos esfuerzos se resumen en chelear frente a la tele, así que es posible que Charlie haya recibido su instrucción en trabajo detectivesco directamente del ex procurador Bazbaz. Ahora ya sabemos que Victoria convirtió a Riley en vampiro, y le encomendó la tarea de andar convirtiendo a muchos vampiros más para hacer un ejército y partirle la maraca a toda la Orquesta Cullen.

¡El aplauso bonito para la Estudiantina Los Volturi!

Lo malo de todo esto es que los Volturi, en su papel de Policía Judicial del Estado de Drácula, no ven con buenos ojos que los vampiros anden llamando la atención de manera innecesaria. Si tienen que intervenir en este rollo se darán cuenta de que Bella, quien salvó la vida en la peli anterior a condición de ser convertida a la mayor brevedad, aún sigue siendo humana y no vampira. Todo se hubiera aclarado sin broncas de haber puesto una fecha límite, acordada por todas las partes interesadas, pero esto no le es familiar a Stephanie Meyer, justo como no les familiar un concepto como “desarrollo de personajes”, “arco dramático”, “trama” o “lógica elemental”. Claro, ella duerme en un gran colchón rellendo de billetes de a millón de dólares y yo duermo en un Sealy, pero esa es otra cuestión.

Los Volturi sí que están al tanto de las marrullerías de Riley, Victoria y los Recién Nacidos, pero se hacen a un lado arbitrariamente y dejan que todo siga su curso, animados por oscuros motivos. Vemos otra vez a Dakota Fanning en su papel de líder chaparra de los vampiros euromamones, así que al menos podremos ver que se termina la peli diciendo que alguien sí actuó, aunque sea por tres o cuatro minutos.

El plan de ataque de los Cullen es así: como están en clara inferioridad numérica contra el ejército de vampiros que se aproxima, optan por aliarse con sus archienemigos los lobos Kilowatts. Estos están puestísimos para el trompo, y el hecho de que tengan más pinta de mexicanos de la colonia Guerrero que de nativos americanos puede ser un claro indicador de esta tendencia al pleito rijoso. Aquí le dan chance de actuar al que era mi personaje favorito en las primeras películas, Jasper Cullen. Sí, Jasper “Manos de Tijera”  Cullen. Sí, Jasper “Cara de que Estoy Pasando una Matatena por el Tracto Urinario” Cullen. Puedo seguir así todo el día…

Alice (Ashley Greene de Sempere) y Jasper (Jackson Rathbone). Creo que sí puedo madrearme a este güey...

O más bien no. Es claro que alguien ya le dijo a los productores que las caras de pendejo y los maquillajes de mimo de las películas anteriores arrancaban más risas que suspiros, así que Jasper estrena un look más sofisticado y menos ridículo. También le dan algo de diálogo, al contrario de las otras pelis. Ahí nos revela que es un ex soldado confederado (originalmente apellidado Hale), convertido en vampiro por una vampiresa bastante sabritas, quien lo utilizó para armar su pequeño ejército de Recién Nacidos en tiempos del Viejo Oeste. Jasper anda medio traumadón desde entonces, y quisiera poder explicarles porqué, pero la verdad me distrajo el hecho de que el actor que lo interpreta nos recetó una ecléctica mezcla de acentos en inglés durante sus parlamentos. En efecto, Jasper es capaz de sonar como tejano, escocés y chico surfer de California en el transcurso de una sola frase, testamento fiel de la naturaleza “ai’ se va” de la dirección artística y de la comicidad involuntaria presente en toda la saga.

Jasper, por su experiencia militar y como fabricante de Vampiros Novatos, es designado como estratega e instructor para la batalla que se avecina. Participarán los lobos y los Cullen, aunque una de las chicas Cullen (Rosalie) no lo hace de muy buena gana. Ya sabemos que odia a Bella desde la primera peli, y aquí le dan chance de tener algo de diálogo que no la haga sonar como la perra suprema de ocasiones anteriores, quedándose tan sólo en la categoría de “perra recalcitrante”. Rosalie está encabritada con Bella porque está empeñada en ser vampira como los Cullen, algo que Rosalie no acaba de aceptar del todo.

La "guapísima" Rosalie (Nikki Reed) y su madreador Emmett (Kellan Lutz). Ella parece empleada de estética unisex.

Y es que ella era joven, bella no tan fea fea pero con un poquito de personalidad y estaba por casarse con un codiciado soltero a finales del siglo XIX. El galán le salió pegón y violador, y en vísperas de la boda le recetó un gangbang marca Sasha Gray, pero de forma involuntaria. Lo bueno es que Carlisle Cullen andaba por la zona y la convirtió en vampiro para salvarle de morir, pero no acaba de aceptar su destino como inmortal. A fin de cuentas se vengó del novio y de sus amorosos compinches, y la historia tiene una valiosa moraleja. Claro, tampoco sé cuál es, porque ahora me distrajo lo endemoniadamente pinche que se ve la tal Rosalie. Ya le cambiaron un poco el pelo de golfa de malecón, pero la cara de celadora y la nariz de calzón mojado no se la quita nadie. FAIL, considerando que los libros la describen como un bombón de anuncio de Victoria’s Secret. Esta pobre no da la talla ni para publicidad de Hecali.

Las secuencias de entrenamiento de los vampiros están medio jocosas, pero no nos dicen mucho de las sutilezas de tener poderes sobrehumanos. Al parecer toda la gracia de pelear como vampiro es de aventarse corriendo en xoda loca de frente al rival, barrerse como quién se roba la base en beisbol y tirar algunos madrazos al vuelo en esperanzas de descabezar al contrario. Eso sí, todo con algunos efectos que mezclan la tan sobada estética de The Matrix con la velocidad de la cámara Phantom que usan en las repeticiones del panbol. Reitero, nada que llame la atención.

Hay un interludio romántico en los preparativos. La idea es que Bella no duerma en su casa, así que Alice convence a Charlie de dejarla ir a su mansión con el pretexto de una pijamada. Charlie le hace caso, pues a ver quién es el pedazo de marica que le dice que no a esta Über-Pompi. Pero todo es una treta para que Bella se quede a dormir a solas en la mansión Cullen con Edward. Ella intenta regalarle el tesorito al capado novio, pero aquél se sale por la tangente con su rollo de que se va a esperar al matrimonio, y que es virgencito y riega las flores. ¡Ah, pero para que las pubertas no se queden en el cautinazo, le regala un anillo todo pinche y le pide que le conceda su mano en matrimonio! Bella y su carota de máscara carnavalesca conservan la misma expresión que reservan para emociones como “miedo”, “sorpresa”, “deleite”, “frío”, “confusión”, “alegría”, “lujuria” y “aburrimiento”, o sea los ojos inexpresivos y la boca semiabierta. Actuar en estos momentos sería tan inusual en ella como ver a un perro recitando Suave Patria.

Es obvio que Bella se muestra indecisa entre la zoofilia y la necrofilia... (THX, Anilu)

Después de ese pasaje que tiene de romántico lo mismo que una escena de violación carcelaria, llega el día de esconder a Bella en una tienda de campaña en la punta del cerro, intentando que no arruine más escenas actuando como tarada no la encuentre el ejército de vampiros. Edward la acompañará, pues se decidió que no tomará parte en la madriza por motivos estratégicos sumamente pendexos, considerando que tuvieron que aliarse con los lobos precisamente porque estaban cortos de mano de obra. En fin. Edward y Bella están afuera de la tienda, y Jacob se añade al plan. Dice que lo hace porque no confía en que Edward sea capaz de protejer a su novia, pero es obvio que quiere estar un ratito más con Bella en lo que se acaba esta pinche película.

La nevada y el frío están del caraxo, pues al vampiro valemadrista se le pasó por alto que su novia es humana y que se puede morir de una pulmonía mal cuidada. A veces sospecho que la ineptitud de Edward al velar por el bienestar de Bella es porque en el fondo ya no la aguanta y está viendo si se la echa “por accidente”. En serio, repasen todos los momentos de la saga en los que Bella ha estado al borde de que se la cargue el payaso y descubrirán que en todos ellos aparece una incomprensible e ilógica decisión de su enamorado. A estas alturas Bella estaría más segura si fuera novia del güey ese que se madreó a Rihanna.

Edward: Posesivo, manipulador, distante, irascible, mamón, elitista... pero inmaculadamente acicalado.

Y como el frío está recio y el lobo descamisado está a la mano, con su sangre caliente que le recorre todo el esteroideado cuerpo, el Acuerdo entre Caballeros es que se meta con Bella al sleeping bag y le de calor. Y no en el sentido bíblico de la palabra, sino literalmente por contacto físico en un espacio cerrado. Edward pone cara de compungido y amenaza al lobo con una madriza intensa, pero de pronto la trama se empieza a poner complicada, en una incómoda conversación donde Edward y Jacob como que se encontentan y parece que están a punto de ensangüicharse a la dormida Bella. Roger Ebert, mi crítico de cine favorito, me ganó obviamente la referencia a Brokeback Mountain, pero ya se pueden imaginar el feeling que estaba flotando (o “frotando”) en el ambiente.

Este es el momento culminante en la carrera de actriz de Kristen Stewart, incidentalmente. Verán, hasta el momento había fallado catastróficamente en todos sus intentos por actuar. Y durante esta escena, donde sus dotes histriónicas sólo tienen que cumplir con la simple tarea de estar dormida… también fracasa. Es en serio. Stewart no puede ni siquiera fingir que duerme, ésa es su calidad actoral. Cuando vean la escena me darán la razón. Curiosamente es el único momento en la película donde sale con la boca firmemente cerrada. Y de repente parece que va a abrir los ojotes y decirle a sus compañeros de tienda que está oyendo todo lo que hablan sobre su persona, así que se imaginarán la tensión dramática. Es nula, por si no le quedó claro a alguien.

El Ejército de Vampiros. Me da más miedo el Kiss Army, la verdad...

A la mañana siguiente, el ejército de vampiros emerge de entre las frías aguas costeras y se adentra en el bosque, tras el rastro de la sangrona Bella. Ella despierta, ya más acaloradita (ni la chamarra trae puesta) y cae en una hábil treta mental de Edward que le hace mencionar la pedida de matrimonio para que la escuche Jacob, quien seguro ya se había hecho ilusiones lobeznas durante la noche que pasó pegadote a su cuerpecito pecador. Jacob se marcha despechado y encuerado a afrontar la maraca contra los vampiros malos, y Edward permanece al lado de su amada narrándole las acciones del partideeee como si fuera el Vamperro Bermúdez en la Copa Mundial de Especies Criptozoológicas de Cuarta Categoría.

¡Y que se arma la del palco de la FMF en Sudáfrica! Sí, empieza el combate entre Recién Nacidos vs Cullens y Lobos. Otra vez vemos las escenas de madrazos Matrix, otra vez corren unos frente a otros en antelación al encontronazo, otra vez nos chutamos una secuencia de acción que parece haber sido dirigida por micos. No hay tensión. El CGI de los lobos es pésimo, sólo son grandotes y ya. No se siente una presencia física real, señal inequívoca de que los efectos visuales son del montón. He visto pelis baratas en el Sci Fi Channel, de esas producciones que van directo a DVD, con mejor hechura y más idea respecto a las coreografías de combate.

El desenlace se aproxima. Hay cero drama pues es obvio que nadie de los buenos va a morir y todos los malos sí. Incluso al final, la tan cacareada Victoria y su titeresco Riley se aparecen en el campamento de Bella y Edward. ¡Ajá, todo fue una maniobra sucia, usando a los Recién Nacidos como distracción para caerles de sorpresa! Lo chistoso es que las visiones de Alice no sirvieron para nada en esta estratagema estilo Scooby Doo, pero reitero: buscar una trama interesante e inteligentemente en Twilight es como buscar a un Premio Nobel de Literatura navegando por Metroflog. Aunque lo llegases a hallar, sabes que estaría ahí como consecuencia de una anomalía cósmica, carente de intención alguna.

La pelirroja Victoria: ¿Creen que la cortina haga juego con la alfombrita?

Entonces pues, la última escaramuza será un tiro derecho entre Edward contra Victoria y Riley. Bueno, no es precisamente derecho… ¡pero esperen! Seth, el lobito más joven de la tribu Quelite, hace su aparición e intenta igualar la pelea. Le arranca el brazo a Riley, dejando que Edward y Victoria se echen una sopita al tú por tú. El Lobo Seth cae desmayado por un certero patín del lesionado Riley, así que las cosas vuelven a estar dos contra uno. Y justo cuando parece que Edward va a morir a manos de la ventajosa Victoria, Bella recuerda el sacrificio de la historia que le contaron sus amiguindios y se hace un corte largo y sanguíneo en el antebrazo. La Orh positivo gotea sobre la blanca nieve. Victoria se distrae y se lanza sobre Bella, permitiendo la recuperación de Edward. Riley es sometido nuevamente por Seth, y todo concluye con el futuro marido de Bella arrancándole la cabeza a su pelirroja enemiga un instante antes de que esta pueda despachar a la sangroncita de Bella. Fin.

Me gustaban más Los Lobos cuando no andaban encuerados. Y cantaban "La Bamba".

Bueno, no. Como en los buenos tiempos de Raúl Astor y No Empujen (dudo que los lectores de Twilight capten la referencia, pero no importa), llega el final-final. Bella, los Cullen y los lobos se juntan al concluir la batalla. Todos están ilesos, sanos y salvos. De la nada aparece un Recién Nacido que se les había escondido quién sabe dónde y le apachurra todo el tórax a Jacob, para ponerle algo de dramita al desenlace. Matan al Recién Nacido restante y aparece el cuarteto aguafiestas de los Volturi. Básicamente le reclaman a los Cullen que Bella aún sea humana, y que qué onda con lo acordado, y bla bla bla… Todo es setup para la próxima película. Los Lobos se llevan al herido Jacob, los Volturi hacen muecas al enterarse que Bella ya tiene fecha para convertirse en adicta a la moronga, le dan muerte a una chavilla de los Recién Nacidos que pintaba como que la iba a librar (pero sólo sirve para mostrar la crueldad de los mandamases), y ahí concluyen las hostilidades.

Hay un interludio entre Bella y un Jacob convaleciente (recibió tratamiento médico del Dr. Carlisle, así que habrá algo de armonía entre lobos y vampiros). Más de lo mismo: “te quiero como cuate pero hasta ahí”. Les juro que no puede haber un objeto de interés romántico más aburrido y castrante que Kristen Stewart. Podrían substituir a la actriz por un plato de sopa aguada y fría en la próxima película y el efecto dramático sería igual. A lo mejor estaría mejor.

Y ya de postre nos enteramos que sí se van a casar Edward y Bella, y que la próxima película pinta para estar todavía peor. Entra la musiquita de salida y la misericordiosa conclusión de este martirio. Resumamos algunos puntos clave…

LO MÁS DETESTABLE (aparte de historia y personajes, claro).

• No repetiré lo pésimas que son los actuaciones ni lo vacíos que son los personajes centrales, pues sería reiterar las dos reseñas previas. Pero cabe mencionar que aún los actores decentes son desaprovechados al máximo. Me refiero en concreto a Dakota Fanning (otra vez su presencia es prácticamente un cameo), o a le recién nominada al Oscar (por Up In The Air) Anna Kendrick. Pero no. Cuando el 95 por ciento del tiempo de cámara gira en torno a tres actores carentes de química y dirigidos con las patas, como es el caso de Robert Pattinson, Taylor Lautner y la mentada (y lamentada) Kristen Stewart, sabes que estarás en problemas.
• El guión hace agua por todos lados, lleno de premisas dramáticas que sólo funcionan porque se les incluyó arbitrariamente para avanzar la trama. Tal parecería que le están explicando lo sucedido, con peras y manzanas, a obvios deficientes mentales. Lo curioso es que estas películas están hechas completamente para satisfacer el ansia de los lectores de la saga, así que tanta explicación no viene al caso. El aficionado casual, por el contrario, se va a ver más confundido por lo que vea que si estuviera viendo la película en coreano y sin subtítulos. No hay un mínimo intento por interesar e involucrar a la audiencia fuera de nicho, y el efecto es aburridor a más no poder. Eso fue el comentario de la gran mayoría de los presentes en la sala que no estaban familiarizados con los libros o las películas previas: las mamás chaperonas, los sufridos novios, etcétera.
  

  "¡Está bien, Bella, SÍ es tu maquillaje! Total, para que se desperdicie en tu jeta de mingitorio..."

• Los vampiros se rompen como jarritos de Tlaquepaque. Sí, en serio. Nos han dicho una y otra vez que sus pieles son sólidas como el diamante (por eso brillan, ¿se acuerdan?), pero la brillante idea del director es meter un desagradable sonido de vajilla rota cada que un vampiro resulta herido. Incluso se ven las cuarteaduras como de porcelana pegada con resistol. Patético. Y otro detalle chusco: cuando Edward se encarga de desaparecer todo rastro del cuerpo sin vida de Victoria, lo hace acercándole la flama de un encendedor Zippo. La vampira procede a consumirse en llamas como si estuviera rellena de gasolina Premium. ¿Qué onda con eso? Si ya de plano iban a inventar cosas raras en torno a los vampiros, ¿porqué parar ahí? Yo hubiera añadido que lo único que disfrutan más que la sangre son las enchiladas potosinas y que si gritas su nombre al revés tres veces se transforman en coches deportivos. Digo, el inventar pendexadas debe ser privilegio de todos…
• La esposa del doctor Cullen, Esme, tiene amarrado el Oscar a la Actriz de Reparto Más Fea (disputado con su “hija” Rosalie, que parece la hermana naca de Shakira). La tal Esme tiene un quijadón como de escultura de la Isla de Pascua, pero ahora le pusieron un peinado y un color de cabello que sacan a relucir el descomunal tamaño de su cabeza y su frente de vochito chocado. Por suerte no encontré ninguna foto suya, pero creánme cuando les sigo que 10 de cada 10 hombres heterosexuales preferirían tener sexo con su marido que con ella. Así de grave.
• Kristen Stewart no puede cerrar la boca. Y no me refiero a que hable mucho. No, sus diálogos son misericordiosamente cortos, tomando en cuenta lo mala que es diciéndolos. Lo que quiero decir es que siempre tiene la boca ligeramente abierta, como Puff Daddy o Bubba en Forrest Gump. Véanla en la alfombra roja, en el póster y en la abrumadora mayoría de sus escenas: siempre se le ve el labio inferior medio caído. A lo mejor le picó una avispa en él, diariamente. Por lo tanto, una mala actriz con una irritante característica física y una ausencia absoluta de carisma (vean su patética entrevista con David Letterman como muestra) arroja un saldo negativo en cuestión de presencia escénica.

LO RESCATABLE

• El soundtrack es, una vez más, lo bueno de la película. Pero incluso es menos memorable que los dos anteriores. Sí, están Muse, Metric, Vampire Weekend, Beck con Bat for Lashes, Sia, The Black Keys y The Bravery, entre otros, pero algunas de las aportaciones se pierden por sus semejanzas mutuas.
  

  La Bella.... y la Bestia.

• Ashley Greene. Tiene pocas apariciones, pero es una delicia con patas, la muy infame. Sonó mucho el hecho de que tanto ella como Kellan Lutz (que interpreta a Emmett Cullen) se habían puesto medio rejegos a la hora de renegociar sus respectivas presencias en las dos pelis que le restan a esta saga, y que los productores los amenazaron con mandarlos a volar y darles sus papeles a otros actores. Estúpido, claro, puesto que los dos son de lo poco rescatable en sus roles. Dejando de lado que le da diez vueltas en cuestión de belleza natural a TODAS las demás viejas que salen en la película, Alice es un personaje bien armado y ejecutado con simpatía. Es mucho decir en una producción tan deficiente en materia actoral. Y Emmett tiene de por sí un desempeño muy breve en los libros, pero Lutz sí te vende a un vampiro fuertote, gandallón y simpático en sus breves oportunidades. Tuvo un papel mucho más lucidor en la fenomenal serie Generation Kill de HBO, por si lo quieren ver en algo con más calidad…

EL VEREDICTO

Sobra decir que NADIE que disfrute el buen cine debe acercarse siquiera a la sala de al lado donde estén pasando Eclipse. El tal David Slade no es peor que sus predecesores en la silla de director, pero es tanto como decir que las piedras renales no son tan malas como una hemorroide reventada. Los paisajes se ven caricaturezcos (“¡Parece Narnia!”, fue el atinado veredicto de mi esposa). La historia nunca es interesante. Las secuencias de acción son malas. Las actuaciones, peores. No hay desnudos de la única persona que justificaría el mostrar algo (Ashley Greene de Sempere), no hay escenas de sexo kinky como en True Blood y no hay frases memorables o escenas graciosas. ¿Y saben qué es peor? Que nos faltan dos pelis más. Bueno, ME faltan dos pelis más. Si aún ante mi labor de sacrificio y mis múltiples advertencias siguen optando por meterse a un cine a ver una muvi de Crepúsculo, ¿qué les puedo decir? Seguro son de los ilusos que se compraron su tele en Sam’s Club creyendo que la Selección Mexicana iba a ganar un quinto partido del Mundial…

¡¡¡¡¡¡Nos vemos en AMANECEEEEER!!!! ¡¡¡¡¡¡¡MUAJAJAJAJAAAAA!!!!! Para que vean que no soy cruel, un poco de Ashley Greene, les quitará el mal sabor de boca…

"¿Dónde estará Toño? Dijo que iba por el alcohol de fricciones..."