Toño Vs. Crepúsculo: Una Hueva – La Reseña Innecesaria

Ah, Crepúsculo, mi viejo némesis. Nos volvemos a encontrar. Pero esta vez, YO tengo la ventaja… ¡¡¡MUAJAJAJA!!!

Recordarán que en mi reseña de la primera película finqué mi actitud hacia esta saga cinematográfica: divertirme analizando lo malos que sean los filmes en retribución a todo el valioso tiempo que invertí leyendo los xodidos libros, a instancia de Anilú, mi esposa, quien algún día responderá ante los dioses del averno por haberme expuesto a las pendejadas literarias de Stephanie Meyer. Así que hice de tripas corazón una vez más para recetarme dos horas (con diez minutos) de vampiros chafas, todo con el fin de entretener a mis seis lectores mal contados. El estimado Ruy Choconestlé me llamó “estoico” en Twitter, pero sospecho que le dio flojera a la mitad de escribir “estúpido”. No importa, DaVinci también fue incomprendido en su época cuando descubrió la penicilina, o algo así. ¡Luna Nueva, acudo a tu llamado!

El drama empezó, sin embargo, desde elegir la función. Mi finísima esposa ya había hecho la fangirleada de lanzarse con su hermana a la premiere, donde sospecho que ambas eran las dos únicas rucas inmersas en un mar de escuinclas con frenos en la boca, Clearasil en la “zona T” y humedad en los sueños cortesía del papi del momento: Robert “Morrissey de Dos Varos” Pattinson. Esto me orillaba a lanzarme en solitario a ver Luna Nueva, con las inminentes posibilidades de:

1. Despertar severas sospechas por ir solo al cine,
2. Despertar severas sospechas por ir solo al cine a ver Luna Nueva,
3. Despertar severas sospechas por ir solo al cine a ver Luna Nueva con un cuaderno en mano, riendo siniestramente con cada nueva anotación en el mismo.

Ni hablar, la misión kamikaze iba a llevar copiloto. Y claro, mi esposa se apuntó de inmediato, pues llegó extasiada de la función de estreno diciéndome que ahora sí me las iba a ver negras para encontrar algo malo con ESTA película, porque el nuevo director, Chris Weitz (sustituyendo a la inepta Catherine Hardwicke) había hecho un trabajo ESPECTACULAR con la secuela de Crepúsculo, y las escenas de acción estaban SOBERBIAS y bla bla bla. ¿Un desafío? Aceptado.

Llegamos al Cinépolis Perisur a las 11am, ella lista para la función y yo para el viacrucis. Nos metimos de inmediato a la sala, con el fin de encontrar un lugar propicio para hacer mis anotaciones y comentarios sarcásticos sin importunar a los demás y para acallar las súplicas de Anilú de ver la muvi en el VIP. Ubicados en pleno centro de la sala, tuve una perspectiva ideal para analizar a la concurrencia que gradualmente hacía su aparición. Grupos de cuatro o cinco teens… varias parejas, ubicadas entre los 15 y 20… dos chavas de casi 30, con sendos libros en mano… un par de jotillos universitarios… en fin, el target de la película. Un par de fotos de la concurrencia que me llamaron la atención:

Un señor (de blanco) y su hijo (con gorra de Ferrari)... sospechosísimos. Sobre todo porque en la sala de al lado daban 2012, que sí es para machines.

Y cinco filas más adelante, un ruco pelón, solo y su alma... Más sospechoso aún.

En fin, terminan los cortos y los anuncios, y llega la hora de la verdad. Confieso que, dentro de mi, había algo que me daba cierta esperanza. ¿Qué tal si el director, en efecto, había logrado rescatar la obra escrita de garras de la mediocridad? Y no vi la de The Golden Compass, pero al menos en los cortos se veían unos osos polares en CGI bien matones… ¿Y si realmente había forma de sacarle lustre a este trozo de majada? ¿Podría ser éste el rarísimo caso en el que pudiéramos decir “el libro es una madre, pero la película está muy bien hecha”?

Pero entonces empezó la mentada película, y todo tuvo a bien valer lo que se le unta a los pambazos…

"Pues sí, Bella, me gustan maduritas..."

Esta comedia involuntaria comienza con un sueño de Bella (Kristen Stewart), quien probablemente (y con plena justificación) será llamada “Lela” en la inevitable sátira de la revista MAD. Vemos el soleado paraje del bosque donde ella suele encontrarse a solas con Edward Cullen, gigoló vampírico. Pero en el sueño de Bella sale una viejita. “Abuela…”, dice Lela… er… Bella. Edward apapacha a la ruquilla. Bella está desconcertada. ¿De cuándo acá su galán está en la onda GILF? El predecible desenlace del sueño es que la Abuela no es la Abuela de Bella. ¡ES BELLA! ¡RECÁSPITA! Nuestra heroína tiene el tradicional despertar violento de la pesadilla fílmica y proseguimos.

En sí, el gran flato atorado en el duodeno de Bella es que ella sigue siendo humana, y por ende, sigue envejeciendo igual que el resto de la población que no escribimos “VAMPIRO” en el renglón donde preguntan la profesión en las solicitudes de tarjeta de crédito. Edward le explica que él la quiere como es y también como será en unos añitos, lo que quizá confirme mi teoría acerca de que a este pelmazo le gusta el porno de maduritas. Básicamente le dice que él estará a su lado siempre, y que cuando ella palme, él seguramente morirá. ¿Pero cómo? ¿No que los vampiros son inmortales como la obra de Pedro Infante?

Los Volturi: Mamones.

Pues no. Mientras ven en clase la película clásica de Romeo y Julieta (este director es tan sutil como una patada en los arrestos), Edward nos explica que cuando creyó que iba a llegar demasiado tarde para salvar a Bella de los vampiros malos de la peli anterior, pensó en suicidarse acudiendo a los Volturi. Los mentados Volturi son como la familia real británica de los vampiros, excepto por el hecho de que no son ingleses sino italianos, y porque en general son mucho más atractivos que esa bola de aristócratas cuya genética se ha ido degradando con cada nuevo matrimonio entre parientes. El caso es que los Volturi (tres hermanos con pinta de mamones europeos aficionados a Joy Division), dispensan justicia desde su palazzo en la cima de una colina, en pleno corazón de la Italia Turística (ésa que sale en todas las películas donde se necesitan pueblitos pintorescos con casas viejísimas). Si un vampiro se pone a actuar muy obviamente como vampiro, o sea matando gente a lo guey y chupando sangre a todo el que se le pone enfrente, o mostrando su tornasolada piel de salmón recién sacadito del río, los Volturi le arrancan la cabeza. O sea, nada que ver con la familia real británica, que sólo se escabecha a uno de los suyos cuando se embarazan de multimillonarios egipcios. Estos Volturi se parecen más, de hecho, a “La Familia”, que también anda descabezando gente a diestra y siniestra (ojo, los Volturi no andan poniendo mantas con amenazas al gobierno).

Así que después de escuchar los planes suicidas de su novio, Bella se pone a insistir que no tendrían que recurrir a envejecimientos y descabezamientos si la convirtiesen en vampiresa de una vez, así en caliente. Pero Edward procede a darle el avión para que no extrañemos su proceder en la primera película…

La cosa es que Bella acaba de cumplir años, lo que de alguna manera la hace un año más vieja que la edad que aparenta su noviompiro. Su papá (Billy) le regala una camarita digital sin envolver, y yo iba a criticarlo, pero después de pasar unos minutos conociendo a la hija es justo decir que el hecho de que el buen Billy no la haya empujado a un precipicio a estas alturas lo hace calificar casi casi como padre del año. Una camarita digital sin envolver es mucho más de lo que merece la pinche Bella, que es un plomo.

La película mejora por unos momentos. Y es que aparece en escena Alice, la entusiasta “hermana” de Edward. En Crepúsculo se me hizo un gran acierto en el casting, pero ahora que he estado buscando fotos suyas para las reseñas, es necesario reconocer que Ashley Greene (así se llama la actriz que la interpreta) es, oficialmente, una Turbo-Pompi. Y por si fuera poco tiene la encantadora costumbre de tomarse fotos en pelotas con el celular y “extraviarlas” para que aparezcan en la red, así que debo confesar que deberían darle un Oscar honorario, o algo. Bueno, la vampiruja Alice quiere hacerle su fiesta de cumpleaños a Bella, y como no hay quien le diga que no a ese cachito, procedemos con el festejo.

De Izq. a Der.: Ashley Greene como Alice, Ashley Greene como Ashley Greene, Ashley Greene como Dios la trajo al mundo.

Madriza vampira.

La mansión Cullen ha sido decorada para la ocasión con un friego de veladoras, guirnaldas y un bufet muy cuquito para cantarle el Japiberdei a la novia de Edward. Breve oportunidad para ver al resto de los chupasangre, en intervenciones que suenan más a “cameos” que a otra cosa.  La matriarca Esme sigue igual de fea  (pese al cambio de peinado), con su jeta de estatua de la Isla de Pascua. El hermanote Emmet sigue igual de Mamá Dolores, y al menos le dan una linea para hacer un chistorete. La supuestamente guapísima Rosalie también está aquí, pero su maquillaje y gesto la hacen ver más como ramera de malecón después de atender a media marina mercante. El Dr. Carlisle Cullen, mero mero entre los petateros, al menos ya no luce como mimo de Coyoacán, pues el tono de su maquillaje ahora semeja más al de un bolillo a medio cocer. Y por último, mi favorito de la primera peli: el comíquísimo Jasper Manos de Tijera. Siendo justos, ya le atenuaron un poco el parecido que guardaba con el personaje interpretado por Johnny Depp, pero sus evidentes problemas por no acabar de acostumbrarse a su dieta sin sangre humana continúan dándole guerra. ¿Cómo lo sabemos?

Carlisle Cullen: Dr. Vampiro.

Simple: la estúpida Bella se corta un poquito el dedo al abrir uno de sus regalitos. Una minúscula gota de sangre le escurre de la cortadita. Y sin decir agua va, el mojón cae sobre el ventilador andando (amo traducir expresiones eufemísticas del idioma inglés): En una escena de cámara lenta, Edward se da color de que la sangre de Bella «activó” el lado salvaje de su hermano, quien ahora se abalanza sin titubear sobre la indefensa Bella. ¿La brillante reacción de Edward? Meterle un empujón a Bella que la manda por los aires hasta el otro lado del comedor, donde acaba por estrellarse estrepitosamente contra una mesa de cristal, rebanándose el antebrazo y convirtiendo la inocente gotita inicial en un derramamiento sanguineo digno de Masacre en Texas. Acto seguido, Edward le asesta un buen madrazo a Jasper para alejarlo de su amada, quien debe haber consultado «El manual de Rihanna para vivir en pareja”,  o de lo contrario ya estaría evaluando los riesgos inherentes en compartir su vida al lado de un guey que le parte su mandarina en gajos al primer indicio de sangre.

"Agárrame que la mato... a chupetones."

La familia completa entra en caos, Jasper hace unas caras comiquísimas mientras Alice le dice que se calme, y lo que Alice dice todos haríamos bien en obedecer. La reunión termina en desastre, con todos los vampiros aislados de la sangrona Bella, menos papá Carlisle, quien sí tiene el autocontrol necesario para suturarle las heridas sin siquiera darle una chupadita a las gasas con las que limpió las cortadas.

A la mañana siguiente, Edward se encuentra con Bella afuera del colegio y le dice que tienen que hablar. ¡Mala señal! O buena, si tomamos en cuenta que esta infeliz vieja casi muere antes de apagar las velitas de su cumpleaños después de cortarse con papel de envoltura. Y Bella se tiene que recetar el peor choro de rompimiento que jamás haya escuchado mujer alguna, excepto por el que le tiré a mi ex novia de la secundaria cuando le dije que rompía con ella porque me iba a meter de seminarista. Edward decide que es un peligro permanecer al lado de Bella, así que le dice que “ai’ la dejamos” , y que toda su familia se marcha del bucólico y remojado pueblucho. Ella empieza sus panchos y sus jetas, algo que contribuye a imaginar que la decisión de abandonarla no debe haber sido tan difícil para Edward. En un abrir y cerrar de ojos, se queda hablando sola, pues Edward me imagino que se aburre y se larga. Ella lo busca por el bosque, en vano. Acaba tirándose en posición fetal y pone a todo el pueblo a buscarla, movilizados por su diligente papá, el Sheriff Billy, quien inexplicablemente sigue interesado en su bienestar. En plena noche, con Bella tiradota en el bosque dejándose morir, un misterioso par de ojillos brillan entre la maleza… ¿Qué peligrosa bestia acecha a nuestra heroína? ¿Un oso? ¿Un puma? ¿La esposa de Tiger Woods?

Bella, dando lástimas.

No, resulta ser Sam, uno de los oriundos indios Quelites (ya sé que son Quileutes, pero prefiero mi nutritivo chascarrillo), quien se aparece todo descamisado y musculoso para salvar a Bella de la lluvia y llevarla de vuelta a casa. Acto seguido, nos recetamos a Bella en modo Ultra-Emo, dejando pasar la vida en la amargura total por haber perdido a su “camo” paliducho y maquillado. Pasan cuatro largos meses donde ella está aplastadota en casa. Hubiera estado chistoso que se hubiera puesto a tragar helado y masa de galletas, pues una Bella más bofita quizá generaría más simpatía del público, pero creo que ésta no es una película de ese tipo. La desventurada chava escribe mails diariamente a Alice, pero para su desilusión, nunca recibe respuesta. Y para mi desilusión, nunca hay escenas de Alice encuerándose frente a su WebCam. La vida es corta y dura como un duende levantador de pesas, decía Sor Juana Inés de La Cruz. Creo…

¿Qué es lo que saca a Bella de su marasmo? Bueno, el Padre del Año (Billy, para quienes no entienden de sarcasmos) le dice que o se pone de buenas o la manda a vivir con su mamá a Florida. Como la luz del sol me imagino que es peor que el ácido clorhídrico para la paliducha Bella, vuelve a hacer migas con sus cuatitos no-vampiros, quienes la aceptan entre ellos medio a huevo. Así sin más, Bella vuelve al trivial mundo de una chica preparatoriana, con invitaciones a tomar helados, escapadas a comprar ropita y chismes locales, entre los que destaca el hecho de que cinco excursionistas han perdido la vida destrozados por extraños animales salvajes en el bosque cercano, a últimas fechas. Aclaro que la noticia de que cinco incidentes de excursionistas devorados por bestias feroces es la clase de noticia que atraería la atención de los medios a nivel nacional hacia un lugar tan intrascendente como Forks, pero después de todo estamos en una peli de vampiros. Y después de ver que a la autoridad local le tomó cinco meses resolver el coma emocional de su hija, tampoco podemos esperar resolución pronta para un caso así, ¿correcto?

"Usa la fuerza, Luk... eh... usa el freno, Bella"

Cuando Bella va al cine con una de sus amiguitas mamonas, ocurre un evento riesgoso. Así como cuando estuvo a punto de probar el “amor forzadito” de unos malvivientes en la primera película (cuando fue rescatada por Edward), se encuentra a unos moteros que les gritan piropos desde sus Harleys estacionadas afuera del cine. Cualquier chava con un ápice de inteligencia sabría que no hay que aceptar invitaciones de desconocidos borrachos en moto, pero Bella no es de esas, está claro. De pronto tiene una breve visión de Edward, advirtiéndole que no se acerque a esos gueyes. Hay peligro inminente. ¿Qué hace Bella? Se acerca a esos gueyes. Y se sube con el más pelón y creepy de ellos a la moto. Todo para que se le siga apareciendo la imagen fantasmal de Edward advirtiéndole que se está jugando el transparente pellejo. Al final de cuentas no pasa nada, pero todo indica que nuestra protagonista ha encontrado la forma ideal de seguir en contacto con su vampiro virginal: poner su vida en riesgo.

El remake de "A Toda Máquina": FAIL!

Así pues, Bella decide visitar a su amiguirris de la infancia, el hoy ya crecidísimo y mamadérrimo Jacob Black, orgulloso miembro de la tribu Quelite y posible suscriptor de Muscle & Fitness. Jacob es habilidosillo para la mecánica, así que Bella le lleva un par de motocicletas todas dadas al queso para que él las arregle, imaginando que manejarlas a lo idiota es algo que le permitirá tener nuevas visiones ominosas del vampiro Edward diciéndole que se va a partir la madre. ¡El plan perfecto! Tras varios días de convivencia, Bella empieza a sonreír un poco y a portarse un poco menos infumable, y es obvio que Jacob disfruta el noviazgo cuasiplatónico, cosa que le presume a sus cuates de la tribu Quelite. Al parecer Jacob se ha ido quedando con cada vez menos amigos, pues el fortachón indio Sam (el que sacó a Bella del bosque) los ha ido reuniendo en una especie de pandilla, donde el requisito principal parece ser el andar corriendo semidesnudos por todos lados y cortarse el pelo como soldados rasos. Sí, la onda es medio gay, así que el recelo de Jacob se explica, pues no parece muy dispuesto a encuerarse así nomás y a cortarse sus melenas de Daniela Romo, ni aunque pueda donarlas en un teletón.

Cuando la moto queda arreglada, Bella la estrena dándose un soberbio madrazo y abriéndose el coco. Todo el accidente surge porque en cuanto echa a andar la máquina se la aparece otra vez la visión de Edward, quien le dice que ya no ande haciéndole al Cuaz. ¿Qué hace Bella? Arriesgarse aún más. Otro brillante plan de Edward que resulta contraproducente, como lo fue el medio matarla de un empujón tras una pequeña cortadita con papel. Tengo una idea… Señoras y señores, presentamos a Edward Cullen, nuestro próximo Secretario de Seguridad Pública del DF. ¡Su primer acto oficial será erradicar los secuestros pegándole un tiro a todo chilango con más de $50,000 en su cuenta bancaria! ¡No puede fallar! OK, seguimos…

"¿Te sabes el truco de la bolsa de palomitas con hoyo en el fondo?"

Una noche, Bella accede a ir al cine con uno de sus amiguitos de la escuela que le tira el perro muy descaradamente, pero decide llevarse a Jacob de tercero en discordia para que no se confunda la cita con un evento romántico (insisto, ¿porqué todos quieren con esta apretada y desagradable plasta?). La película de horror le revuelve el estómago al blandengue del amiguito, quien corre al baño a cantarle a Ruth, así que Jacob aprovecha para sincerarse con Bella y decirle que él sí quiere durísimo con ella, y que ya no estando el mamón de Edward de por medio es justo que siga adelante con su vida. Pero ante la negativa de Bella y la reaparición del vomitoso cuate, Jacob se pone violento. Lo dicho, Bella sí que sabe escoger prospectos. El indio Quelite desaparece apuradamente, dejando a Bella con cara más apendejada que de costumbre. Los siguientes días ella intenta localizarlo, pero en su casa inventan que está malito. Eventualmente Bella se da por ofendida ante el hecho de quedarse sola una vez más, y vuelve a meterse al bosque a ver si se le reaparece Edward.

Este guey chupa... y la película también.

¡Pero se le aparece el vampiro equivocado! No hay tal Edward, sino Laurent. Es el vampiro rasta de la primera película, quien se encarga de cubrir el cliché fílmico de explicarle su malvado plan a la víctima en vez de darle cuello de inmediato, permitiendo que llegue su salvación en el momento justo. Laurent le prometió a Victoria, la otra vampira mala, que le ayudaría a matar a Bella en pago por la muerte de su novio James en la película anterior, y justo cuando está por asestarle la mordida de la muerte… ¡TAN-TA-TA-TAN-TA-TAAAAAN! ¡LOBOS AL RESCATE!

Sam y sus lobos encuerados.

En efecto, unos lobos tamaño camioneta rodean al vampiro, y lo persiguen por el bosque hasta darle chicharrón. Bella no presencia el sanguinario evento, pues ha puesto pies en polvorosa. Pero es obvio que algo no es normal en este pueblucho. Decide confrontar a su cuate Jacob, quien está en su casa caminando bajo la lluvia como si nada, pese a que su familia lo había declarado enfermo desde hace semanas. Jacob está cambiado. Se mochó las greñas de sirvienta que coronaban su enorme cabeza. Se ha puesto todavía más mamey. Y anda medio desnudo, juntándose con los otros Quelites similarmente acicalados. ¡Oh, no! ¡Jacob está en una pandilla! ¡Por eso ha estado ignorando a la pobrecita Bella, y no porque ella sea una inaguantable inútil con barbilla de mingitorio y más necesidades de atención que una escuela rural!

Jacob Black, versión furry...

Pues nel pastel: en una discusión presenciada por Bella, Jacob y uno de sus cuates se transforman en lobos. ¡LOBOS! Así es, la leyenda contada a medias en la primera película es real. Ante la presencia de vampiros en el área, los indios Quelites se convierten espontáneamente en shape shifters, o sea, humanos que se transforman en poderosos animales. En este caso, lobos. Estaba por preguntarme en voz alta si a alguien le ha tocado la de malas de transformarse en ardilla, castor o chinche de agua, pero la trama empieza al fin a avanzar tras una hora y veinte minutos de película. Los lobos, en forma humana, son prácticamente inmunes a los elementos, lo que explica la semidesnudez habitual de los indios Quelites afectados por esta condición. Y no, no es electiva, pues la tarada de Bella de plano se anima a preguntarle a Jacob si no puede, en fin, dejar de ser lobo. No es por gusto, viene siendo la respuesta… Hay algo de resentimiento por parte de Jacob hacia la familia Cullen, pues su presencia en el área provocó esta nueva serie de transformaciones por parte de los jóvenes de la tribu, pero la verdad lo de ser lobo tiene sus ventajas. De entrada son los únicos animales capaces de hincarle el diente a la durísima piel de los vampiros, así que ya de entrada van de gane. Y eso de no tener que andar gastando en ropa de invierno también debe tener su encanto.

Bella y Edward, audicionando para un anuncio mamón de El Palacio de Hierro.

El rollo es que Victoria la vampira mala también ha estado rondando el bosque en busca de Bella. Los lobos se han reunido para proteger a los suyos y corretear a la móndriga pelirroja cada vez que se aparece, pero siempre está el riesgo de que se les escabulla. Un viejito de la tribu, amigo de el Sheriff Billy, se muere de un infarto durante una incursión por el bosque mientras intentaban dar caza a los lobos asesinos de excursionistas, pues las autoridades no tienen forma de saber que los muertitos fueron víctima de los vampiros que persiguen a Bella, y no de animales salvajes. Este evento no parece tener importancia a futuro, excepto porque sucede en el preciso instante en el que Bella se arroja de un acantilado hacia las frías aguas del Pacífico, en uno de sus instantes de adrenalina y peligro que le hacen ver a Edward. Y la imbécil casi se ahoga, salvándose sólo por la aparición de Jacob en el último instante para sacarla del fondo del mar y darle respiración de boca a boca. ¿Cómo le agradece a su salvador? Diciéndole que si tiene que elegir entre él y su vampiro, el vampiro siempre será el ganador. Reitero, ¿para qué salvar a esta vieja? ¿PARA QUÉ? ¡CUALQUIER DARWINISTA PUEDE PROBAR QUE BELLA NO MERECE SUBSISTIR! ¡NO DISCUTAMOS CON LA EVOLUCIÓN!

Después de un viaje más donde Jacob lleva a Bella a casa, después de que ésta última calentó el bóiler y no le dejó bañarse por enésima ocasión, la desagradable manzana de la discordia entre lobos y vampiros sale de su estupor. El coche del Dr. Carlisle Cullen está estacionado afuera de su casa. ¿Edward regresó?

Pues no, no es Edward, sino Alice (¡MAMAZOTAAAA!) quien ha regresado después del improvisado exilio para decirle que lo que Bella necesita no es a su hermano, o al lobo Jacob… sino las caricias comprensivas y el delicado amor que sólo otra mujer puede darle. Alice se despoja de sus ropas lentamente, mostrando su perfecta desnudez ante Bella, quien está a punto de decir algo, pero la vampiresa cierra sus labios con un apasionado beso que pronto se transforma en una frenética danza de lenguas y manos explorando sus núbiles formas, gimiendo de placer y espero que hayan seguido leyendo esta larga reseña hasta este punto, pues nada de lo anterior sucedió (más que en mi imaginación, claro). No, Stephanie Meyer no tiene la delicadeza de regalarnos a los hombres presentes en la sala ni un momentito de amor lésbico, sino que nos plantea un terrible escenario (para quienes gustan de historias originales e inteligentes):

Hagamos una pausa para apreciar lo único bueno de estas películas...

Suena el teléfono. Jacob contesta, muy molesto por ver que los Cullen amenazan con regresar, después de haber dejado la seguridad de Bella en manos de los lobos. Le contesta al interlocutor en el teléfono que no lo pueden atender en casa de la familia Swan, pues se están preparando para un funeral (el del viejito que se murió de un infarto/susto cuando se le apareció la vampiresa Victoria). Convenientemente, la voz en el teléfono era la de Edward Cullen. El caso es que Alice tuvo la visión de Bella ahogándose cuando tuvo a bien tirarse del acantilado, y se lo dijo a Edward. Éste habla a casa de la familia Swan para saber qué ha sucedido, pero al escuchar “funeral” piensa que ha ocurrido lo peor, y que Bella tuvo éxito en su último intento por darse en la madre. Y eso no es todo, Alice tiene una visión de Edward diciéndole a los Volturi que lo maten, pero ellos se niegan, así que ahora planea mostrarse como vampiro antes los mortales para ser juzgado y ejecutado de inmediato. Y hay otra visión: Alice está en pelotas, jugando Modern Warfare 2 del Xbox 360 en la recámara del Toño. Aclaro, sólo una de estas dos visiones sale en la película.

"Yo-sí-le-voy / Le-voy-al-TO-LU-CA!"

¿Y ahora qué? Bella y Alice tienen que salir disparadas rumbo a Italia para detener a Edward antes de que cometa un acto de suicidio. ¡Es como si Romeo y Julieta hubiera sido escrita por micos! En un abrir y cerrar de ojos estamos en los alrededores de Volterra, el pueblito donde los vampiros mandan. Hay una fiesta local donde se agradece a Santa Caperucita Roja, a juzgar por la indumentaria que todos los turistas y naturales del lugar visten por las entrecruzadas callejuelas. La visión de Alice le dice que al punto de las doce, Edward se descubrirá el torso y se exhibirá en la plaza, mostrando su cuerpo relumbrante de vampiro ante el populacho, lo que forzará a los Volturi a ejecutarlo. Ahora bien, si yo soy un ser humano común y corriente, y veo que un guey paliducho se descubre el torso y se para debajo de la luz del sol, reflejándola como si estuviera cubierto de espejitos minúsculos, les ASEGURO que mi primer pensamiento no sería decir “¡UN VAMPIRO!”. “Un freak”, a lo mejor. “Un fan de Lady GaGa”, quizá. Hasta es probable imaginarse que estoy presenciando un happening urbano inspirado en Cirque du Soleil, o algo similar. ¿Pero dónde dice que los vampiros y la piel brillosa son uno mismo? Colosal tache a la premisa que sostiene todo el argumento de esta historia, chiquitines y chiquitinas…

De vuelta e este fraude, Bella corre por las calles para frenar a Edward. El sobado montaje en cámara lenta muestra el inexorable avance de las manecillas del reloj de la plaza, colmada de encapuchados para el festejo. Edward se descamisa, aún amparado bajo las sombras. Bella corre. El reloj llega a las doce. Edward da un paso al frente, en dirección a la luz del sol cenital. Bella se mete a una fuente para cortar camino y hacerle entrar en razón. Edward no la escucha. Toño se acaba sus palomitas y mira su reloj, impaciente. Una niña turista mira el espectáculo, y entiende menos que el Toño, quien hasta leyó los chingaos libros. Bella logra darle un empujón a Edward justo en el instante en que los primeros rayos del sol se reflejaban en su piel desnuda. Edward cree que está muerto y está soñando con el regreso de Bella a sus brazos. Toño sabe que está inmerso en una pesadilla a la que todavía le quedan dos o tres películas más…

"Primer piso: blancos, lencería, juniors, fuente de sodas, vampiros, tapices..."

Y de pronto, de la nada, se aparecen dos vampiros con cara de matones. Son como los guaruras de los Volturi. “Arrestan” a Edward, Alice y Bella, y los llevan a la presencia de sus patrones… Al parecer ha habido una infracción grave, pero no entendemos a ciencia cierta cuál es, pues Bella evitó que Edward fuera exhibido como vampiro ante la opinión pública, pero la trama abandonó la lógica desde los créditos de inicio. Al fin aparecen en escena los tan llevados y traídos Volturi: Los tres hermanos están sentados en sendas sillas palaciegas, muy elaboradas y señoriales. Aro (Michael Sheen, actorazo), il capo di tutti cappi, es quien lleva la voz cantante, y puede leer mentes. También está por ahí Jane (Dakota Fanning), quien posee la capacidad de proyectar dolores insostenibles en las personas a su alrededor, y de actuar mucho mejor que los protagonistas de la película pese a salir tan sólo tres minutos a cuadro. Los demás vampiros también tiene nombres y poderes, pero en esta película no vienen mucho al caso (espérense a las del mero final).

Edward se convierte en perra de los Volturi.

El gran problema en cuestión es que los Volturi consideran que cuando los Cullen hicieron a Bella partícipe del apasionante mundo de la vampirez, cometieron una falta digna de la pena de muerte. Por favor, les suplico que alguien me diga si existe en el mundo algo bueno a raíz de convivir con Bella. ¡NO HAY NADA! ¡NADA! ¡ES MEJOR CONVIVIR CON UNA MEZCLA DE INFLUENZA AH1N1, SIDA Y HERPES GENITAL!

Edward intenta detener a los Volturi cuando le quieren echar el guante a su chica, pero es sometido de inmediato por el vampiro más enorme del mundo (se llama Felix, por si se lo encuentran en la calle). Hay unos medio madracitos onda Matrix, pero nada del otro mundo. Pero justo cuando todo parece desesperado, Alice salva la película (y ni siquiera tiene que enseñarnos una chichi, aunque se hubiera apreciado el gesto): le dice a Aro que tuvo la visión de Bella ya transformada en vampiresa. Ahora bien, Aro parece dispuesto a salvarle la vida a Bella y a los Cullen en parte por los poderes de Edward (leer mentes, igual que él) y de Alice (premonición), pero también está intrigado porque no puede leer la mente de Bella, y los poderes psíquicos de Jane tampoco la afectan. Al parecer va a ser eventualmente una vampiresa muy interesante (algo que no ocurrirá si seguimos con el mismo guionista, claro).

Aro (Michael Sheen): los actores talentosos también comen.

Así que Aro comparte la visión de Alice, y ve un flash forward de Bella y Edward corriendo por el bosque de Forks, con la última ya convertida en vampira. Y aquí hay otro detallito chafa. La autora Stephanie Meyer hace hincapié en el hecho de que las personas de apariencia ordinaria embellecen de manera sublime al hacerse vampiros. Claro, ya la regaron con la feuchita Esme y la prostituteril Rosalie, pero lo más chistoso es que la Bella-Vampiro que vemos en la escena luce… prácticamente igual a la desangelada Bella de la actualidad. Así pues, es obvio recalcar que nos esperan aún más decepciones con la saga de Crepúsculo, amiguitos, algo que me hace muy feliz como escritor de sandeces pero muy triste como aficionado al cine.

"Corro, vuelo, me acelerooo / porque soy vampirooo..."

"La neta, la neta: ¿sí me veo muy puñal con esta batita?"

Al final, Aro deja al trío en libertad. De salida del recinto, se topan con Heidi (otra vampira), que parece una guía llevando a un grupo de turistas gringos a admirar el suntuoso recinto. En cuanto salen de cuadro y presumiblemente entran a donde están los Volturi, se escucha una vorágine de alaridos desgarradores, que no pasan desapercibidos para Bella. Es obvio que estos tipos aprovechan su condición de realeza para atraer la presencia de carne fresca para darse sus buenos banquetes, aunque conociendo a los gringos uno pensaría que la frecuente desaparición de docenas de turistas (mujeres y niños incluidos) en las inmediaciones del atractivo pueblito italiano ya hubiera generado un incidente internacional y una investigación a nivel Interpol, pero bueno…

La película concluye lastimeramente. En resumen, Bella tiene un plazo de un año para transformarse en vampiresa, acabando de graduarse. Los Cullen votan casi unánimemente para que Bella comparta su destino chupando sangre por toda la eternidad (Rosalie se niega, por razones que serán exploradas a fondo en la próxima película). Hasta el descarado de Jasper dice que será bueno poder verla como una hermana más, y no como el plato fuerte. Alice será la que la transforme (¡Oh, sí!), pero si Edward accede a casarse con ella, será él quien le haga los honores. O sea, bajita la mano, pero la babosa de Bella ya se agarró a su pendejo, con buena casa y lanita en el banco.

El final-final es un encuentro entre Edward y Jacob. El lobo le advierte que el tratado de paz que existe ancestralmente entre los Cullen y los Quelites seguirá en pie… siempre y cuando no muerdan a ningún ser humano. ¿Pero cómo? ¡Forzosamente tendrán que morder a Bella para transformarla en vampiro para salvarla de romper el mandato de los Volturi! Me pregunto cómo se las arreglarán para resolver tan tremendo conflicto… pero me temo que la resolución será tan obvia como aburrida y pendeja. No hay tos, Edward no quiere bronca con Jacob, y le está agradecido por estar al lado de Bella, salvándola de la muerte cuando él no estuvo ahí para hacerlo. De hecho, hablando con franqueza, sería bueno que Edward reconociera que los ímpetus suicidas de su novia están más que inspirados en los suyos, pero la peli llega misericordiosamente a su fin…

LO BUENO

• El soundtrack está muy fregón. Muse, Thom Yorke, The Killers, Death Cab for Cutie, Black Rebel Motorcycle Club, OK Go, Editors… Es el único producto asociado con Twilight que se puede recomendar abiertamente, sin temor a represalias físicas. ADVERTENCIA: El soundtrack en México incluye una rola de Ximena Sariñana. Quedan advertidos…
• Sale Ashley Greene (Alice).
• Michael Sheene es buen vampiro malo, igual que la Dakota Fanning. Digo, alguien tenía que ser capaz de actuar en esta película, ¿no?
• Eh… No es peor que la película anterior. Ojo, tampoco es mejor. Ya lo dije en Twitter, es como escoger entre morir quemado o devorado vivo por fieras salvajes.
• Saliendo del cine, nos topamos con dos viejas peleándose afuera de una pollería. Épico.

Dos nacas agarrándose a madrazos en plena calle. Hubo más acción en estos 20 segundos que en toda Luna Nueva...

LO MALO

• Aparte de todo lo que es obvio por la kilométrica reseña que acaban de chutarse, es claro que el mensaje es patético. Si la respuesta para todas las chavillas pubertas que pierden al “amor de su vida” es adoptar un estilo de vida que ronda en el suicidio, estamos xodidos.
• Tanta alegoría a que hay que esperar al matrimonio para dar rienda suelta al placer carnal es francamente risible en la época actual. Y ni siquiera es sutil. Vamos, Bella sale volando hacia Europa en pos de su Edward a bordo de una aerolínea llamada “Virgin”… ¿necesito decir más?
• Los diálogos son de cuarta. He visto telenovelas de Carla Estrada con parlamentos menos cursis y amelcochados. “Bella, tú me das todo con tan sólo respirar”, es tan sólo una muestra de las estupideces que escapan de labios del actor Robert Pattinson, quien con su interpretación de Edward ha convertido a los vampiros en unos seres mandilones y sin chiste en tan sólo dos películas.
• El CGI de los lobos es considerado bueno… pero sólo por quienes no tienen ni idea de lo que es el buen CGI. Y las secuencias de acción, pese a ser ligeramente mejores que las de la película previa, siguen siendo tan infrecuentes como mediocres.
• 

  Vamos, no soy el primero que ve la semejanza, ¿o sí?

  Bella. ¿Por dónde empezar? Carente de carisma, no muy atractiva, aburrida, desprovista de sentido común… En mis notas confusas tomadas durante la película aparecen espontáneamente las frases “NEEDY BITCH” y “PUTA MADRE!” que coinciden con las partes medulares de su intervención en la trama, lo que revela mucho. Ahora que veo la película a la distancia, acabo de concluir en que el personaje es tan gris e intrascendente a propósito: Esto les permite a todas las fans de la saga el meterse ELLAS en el papel de la protagonista. Si el personaje fuera fuerte, interesante y emblemático, les sería imposible el verse a si mismas en el papel protagónico sin borrar de antemano al existente para ocupar su lugar. He aquí el éxito, a mi parecer, de Crepúsculo y sus inevitables secuelas… la integración de su público a la trama mediante un personaje vacante. Y uno queriendo hacerse famoso con Alex Peligro…

EN RESUMEN

Lo dije en la reseña de Twilight, y lo repito aquí: si te gustan los libros y éstos llenan tus expectativas, seguramente esta película será la mejor experiencia fílmica que puedas tener hasta que se estrene Eclipse (la tercera peli en el círculo de espera). Si no…

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