«¡Mi arma y mi placa!»

¿Despedido? Recétate "Office Space" y mira al mundo con otros ojos...

Ayer me enteré que un grupo de personas muy cercanas a mi fueron víctimas de un despido masivo. De golpe y porrazo, les avisaron a mediodía que ése era el último día que se presentarían a trabajar. Se siente gacho, la verdad. Una sola vez me he topado con el momento amargo de que me digan: «¡Llégale!», pero con esa me bastó, así que entiendo perfectamente el mal rato por el que pasan estos desafortunados camaradas.

Hoy en día no es extraño ser despedido de una chamba. Es curioso, pero en los tiempos de nuestros abuelos parecía que todo mundo tenía el mismo trabajo durante toda su vida. Saltar de empresa en empresa era tan mal visto como emplear el dinero de los viáticos en pagarse prostitutas. Y sin embargo ahora la inestabilidad parece ser la norma. Un día estás aquí, mañana estás reuniendo tus pocos objetos personales en una caja de cartón, en busca de otro cubículo donde asentar tu nalgamen.

En mis momentos de frustración editando Men’s Health (porque los hubo, como en casi cualquier trabajo) solía sentarme a imaginar con mis colegas las iniciativas a tomar en caso de ser víctimas de un despido. Un escenario común de sabotaje era el de la idea de cambiar los títulos de portada con la revista entrando a impresión. Algo así, más o menos… Sigue leyendo