El Gran Divisor

Mil perdones por regresar así al blog, en serio. Generalmente me gusta volver de las ausencias prolongadas haciendo acopio de algo de la gracia que ustedes suelen buscar en este espacio. Desempolvo mis chistes más viejos para que pasen por nuevos, estructuro algunos comparativos chuscos con cuestiones pertinentes al momento actual, inserto referencias vigentes a la cultura pop, añado un par de fotos simpáticas, y ¡presto! Finísima Persona al instante.

Pero claro, no está el horno para bollos. No después de la jornada electoral del domingo. Quisiera encontrar mucho de lo risible que se ha vivido recientemente y darle mi interpretación propia, sólo que es difícil hacerlo en esta ocasión.

¿Y es que cómo pretender hacer reír a quienes tienen tantas ganas de amargura?

Nadie se murió el domingo 1 de julio. Bueno, uno que otro enfermo y ancianito sí, como es natural. Pero vivimos unas elecciones pacíficas, con “saldo blanco”, como le gusta reportar a los medios que embarran consistentemente de rojo sus espacios. Y aún así el aire huele a funeraria, a rastro, a escena del crimen. Gente sensata se vuelve hostil, desconfiada. Mira por encima de sus hombros, de soslayo, musitando insultos contra quienes le hicieron mal. En lo peyorativo llevan una larga frustración acumulada de no poder tener lo que quieren, cuando lo quieren, y eso les pesa. Pero es una amargura electiva. ¿Por qué?

Olvídense de leer mi opinión personal respecto al voto y a los candidatos en esta entrada. ¿Para qué? Ya tuvieron (tuvimos) suficiente con las campañas, que duraron eternos meses en algunos casos y hasta un sexenio y fracción en otros. No importan. ¿Saben la razón? Sigue leyendo

En busca de plan…

¡Hola, Finísimos!

Les he tenido un poco abandonados y no hay disculpa a la altura de lo que merecen, así que basta que sepan que los extrañé mucho, que estuve trabajando en algunas cosas que se traducirán en mayor abundancia de contenidos frescos para ustedes y que ni un sandwich de salmón echado a perder del Starbucks puede aún acabar del todo con mi nefanda persona. Pasemos a asuntos más importantes.

Ustedes saben que nunca me ha gustado politizar este blog. Sí, me burlo de AMLO y de Ebrard, pero también extiendo mis burlas a Felipillo de Bolsillo, al Copetes Peña Nieto y en general a cualquier funcionario público, sin importar filiación partidaria y/o ideología. En materia de humor, o se es democrático o mejor de plano le quitamos el sello de comicidad y le ponemos el de propaganda orientada al dibujín, para mi no hay de otra.

Sin embargo a veces ocurren hechos de impacto popular que rebasan las reservas que uno tiene para abordar ciertos tópicos. Así como no puedo dejar de hablar de sucesos en boca de todos (la muerte de Osama Bin Laden, el estreno de una peli de Potter, el Mundial de fut o la nefastez del chayote), tampoco puedo dejar cien por ciento de lado mi opinión a la hora de estudiar lo que me afecta como ciudadano de este país y habitante de este mundo. O al menos tendré que hacerlo hasta que los alienígenas que circundan la tierra antes de reportar sus estudios a sus superiores en las Pleiades se decidan de una buena vez a llevarme como garañón para impregnar a sus mujeres con el DNA de un ser superior, de intelecto superdesarrollado y considerable tolerancia a las bebidas embriagantes. Sigue leyendo