El Hombre Sin Nombre

Sergio Leone se equivocó, la película debió llamarse "El Malo, El Feo y El Grandísimo Hijo De Su Madre Que Le Partirá El Alma A Ambos"

Nota del Toño: Si este texto te suena demasiado familiar, probablemente leíste la versión del mismo que escribí en Paiki hace un año y medio. Como ese post está desaparecido en el ciberlimbo, decidí escribir una versión nueva en homenaje a mi actor favorito. Digamos que me estoy fusilando a mi mismo…

Volví a ver Gran Torino hace unos días, y por supuesto que me hizo recordar a ese ícono con patas y cara de maldito que representa al último símbolo del Hollywood de los monstruos sagrados, de los tiempos en que la grandeza de las estrellas se medía en inmensas pantallas de Cinemascope, más no en ver que “ingenioso” mashup nominal se le ponía al ligarle sentimentalmente con otra celebridad. ¿Escucharon eso, Brangelinas, Beniffers y Tomkats del mundo?

Si me han leído en este blog, en Twitter o en cualquier revista donde he dejado plasmada mi cochambrosa prosa saben de mi idolatría rayana en el homoeroticismo por Clint Eastwood. Todo indica que la mentada Gran Torino, con su enorme interpretación de un Walt Kowalski quien parece un destilado añejo y avinagrado de todos los inmortales malaleche que Eastwood cultivó a lo largo de su trayectoria histriónica, será la última actuación protagónica de este coloso del cine. Si ése es el caso, bien. Es salir por la puerta grande, y echarle cerrojazo a una carrera tan legendaria como brillante.

Porque siendo honestos, ¿quién quiere ver a Clint dando lástimas en papeles cómicos “de viejito”, como lo han hecho muchos de sus colegas después de haber cosechado todo lo cosechable en materia actoral? Vamos, yo respeto a Robert DeNiro como uno de los actores más soberbios de la historia, pero por cada secuela que hace interpretando al desalmado suegro de Ben Stiller siento que embarra un poco más su legado, sin importar que me haya hecho reír o no con sus simplezas. Por fortuna no veo a Harry El Sucio cometiendo tales atrocidades. Sería horrible, como si de pronto nos enterásemos que Leonardo DaVinci pintó una versión inédita de la Mona Lisa sacándose un moco.

Dirty Harry Callahan: Junto a él, el elenco completo de "The Expendables" parecen los Jonas Bros.

Clint Eastwood es más grande de lo que nuestra imaginación permite recrear. No es el héroe sofisticado que desarrolló Ian Fleming para crear a Bond, ni un alma noble en busca de resarcir el honor de la dama en apuros y restituir lo robado al pobre. Lo más probable, de hecho, es que le falte el respeto a la mencionada dama con insinuaciones sexuales nada sutiles y que le pegue un par de bofetadas en el proceso a manera de foreplay. Y tampoco es muy factible que el pobre vea algo de su dinero de vuelta, pues este héroe suele cobrarse el agradecimiento en efectivo para poder subvencionar sendos tragos de whisky barato. Aún así es admirable, siempre lo fue.

Clint la rompió en taquilla con dos churrazos como "Every Which Way But Loose" y "Any Which Way You Can", pero después le rompió la columna vertebral a su agente por andar buscándole películas con mandriles...

En alguna ocasión comenté que si Hollywood acuñara su propia moneda, el rostro de Clint Eastwood debería salir en el billete de máxima denominación. La historia y la época que él representa dejó de existir hace mucho tiempo, y sin embargo él sigue vigente, ahora también como uno de los directores más brillantes del Séptimo Arte. Su carrera ha sobrevivido decisiones desatinadas que tradicionalmente entierran las carreras de otros menos afortunados, como puede ser el participar en un musical sin tener voz adecuada para dicho propósito (Paint Your Wagon), compartir estelar con un animal (un orangután en dos ocasiones) o compartir un baño de tina con Meryl Streep  en Los Puentes de Madison (una película que jamás existió oficialmente, no insistan en señalar lo contrario).

Esta última peli es memorable para mi porque me sacaron del Cine Manacar (cuando era una sola sala grandota y no muchas chiquitas) tras gritarle “¡JUDAS!” a Clint en repetidas ocasiones, para desconcierto y reprobación del resto de la audiencia. En mi defensa confieso que había entrado a la sala con una generosa porción de alcohol entre pecho y espalda, pues no me resignaba a aceptar que mi héroe fílmico estuviera explorando su faceta más suave. Sólo se me ocurrió gritarle su traición a la imagen de maldito que yo había ubicado como el pináculo de la masculinidad aspiracional.

Claro, Eastwood vive muy por encima del juicio de sus fans, por apasionados y borrachos que puedan ser. No tiene el rango actoral de los grandes histriones, pero te vende siempre el papel, y quizá ése sea el secreto de su atronador éxito. Ya se trate de un duro detective, un pistolero taciturno, un veterano agente del servicio secreto, un amargado entrenador de box, un DJ californiano o un inquisitivo periodista, Clint no tiene que pasar mucho rato convenciéndote de su profesión, historial previo y motivación. Uno asume que él es quien dice ser, y se concreta a seguir la trama. Parece fácil, pero pocos tienen esta virtud.

¿Por qué tanta adoración para Clint Eastwood? Podría aludir al cúmulo de roles emblemáticos que nos ha legado a los aficionados del cine. O a su exitosa y multipremiada labor como director. Quizá a su paso por la política, como bienamado alcalde de la ciudad de Carmel, California, uno de los destinos turísticos que juré visitar algún día y que se convirtió en mi personal viaje a la Meca cuando se me hizo realidad el deseo. Recuerdo haberme sentado a beber enormes tarros de cerveza en el Hog’s Breath Inn, la taberna de la cual es propietario. Y disfruté una de las cenas más inolvidables de mi vida en The Sardine Factory, el restaurante legendario de Monterey Bay donde filmaron una memorable escena de Play Misty For Me.

Pero no, la verdadera razón es más poderosa: Clint Eastwood me devolvió a mi hermano.

En 1978, siendo yo un churumbel cachetón y lleno de vida (aún no de bebida), mi papá decidió llevar a la familia en plano de vacaciones a Long Beach, California, para ver el Gran Premio de Fórmula 1 de los Estados Unidos. Así fue que terminamos hospedados en el original Queen Mary, permanentemente anclado y funcionando como hotel fijo después de una ilustre vida de servicio como buque transatlántico.

En este hotel conocí a mi ídolo...

Varios matrimonios amigos de mis papás se habían anexado al viaje, y entre los adultos corría el rumor de que Clint Eastwood estaba hospedado también en el Queen Mary. Yo no estaba aún en edad de entender su enorme trascendencia mediática, pero al menos lo recordaba como el vaquero alto por el que suspiraba mi mamá y cuyas frecuentes balaceras disfrutaba mi señor padre. Pero para mi Clint Eastwood era un póster, una portada de revista, un famoso tan intangible como, digamos, Mickey Mouse.

Una mañana, a la hora del desayuno, la familia Sempere en pleno (papá, mamá, Toño y su hermano El Nel) se encontraba esperando el elevador que nos llevaría al restaurante de a bordo, tres cubiertas más arriba. Las puertas del mismo se abrieron, pero el elevador venía completamente lleno, así que decidimos dejarlo ir. De pronto, sin darnos tiempo a reaccionar, El Nel decidió a sus tiernos cinco añitos que ÉL sí cabía en el elevador, y se soltó de la mano de mi mamá para introducirse en el carro, justo en el instante en que las puertas se cerraban. Antes de que alguien pudiera reaccionar, se había ido.

Mi papá se lanzó corriendo escaleras arriba. Mi mamá estaba pasmada, tomándome fuertemente de la otra mano como si yo estuviera por emular la huída de mi hermano menor. Una de las amigas de la familia, que sí hablaba bien el inglés, se apresuró a intentar tranquilizar a Mamá Sempere por todos los medios posibles, afirmando que iba a notificar de inmediato a la tripulación para que localizaran a El Nel. Yo no entendía nada, tan sólo que una alegre mañana vacacional se estaba poniendo bastante frenética.

Pero un minuto después (que según mi mamá se sintió como un mes entero), ocurrió lo inesperado: las puertas del elevador se abrieron, y El Nel apareció con la cara tranquila de quien ignora el mal rato que le acaba de hacer pasar a sus seres queridos.

Y Clint Eastwood lo traía agarrado de la manita, por supuesto.

Ahora bien, debo recalcar lo antes dicho: Yo no estaba en edad de entender la magnitud de este encuentro. No tenía edad para ver las sangrientas películas de Clint, y puestos a elegir en esa época alguna celebridad que me hubiera gustado conocer al regresarnos a mi inepto hermano tras una escapatoria, es muy probable que hubiera mencionado a Evanivaldo Castro Cabinho, delantero de los Pumas (“A la BatiWikipedia, Robin”), por encima de El Fugitivo Josey Wales.

Pero no se debe subestimar jamás la presencia de grandeza que algunos pocos pueden proyectar, se les reconozca o no. Eastwood recorrió con dos largos trancos la distancia entre la puerta del elevador y mi pasmada madre, mencionó algo en inglés y le entregó la mano de su brevemente extraviado vástago. Después añadió algo más, me revolvió los cabellos con su mano matona y desapareció por uno de los pasillos, me imagino que rumbo al bar para recetarse doce whiskys derechos a manera de desayuno vaquero.

La amiga de mis papás nos dijo que sus palabras habían consistido en un “no se preocupe, su hijo estaba conmigo” para mi pobre mamá y un “cuida bien a tu hermano, buddy” para mi. Su ronca admonición sonó más a una orden que a un recordatorio amigable. Para estos momentos mi papá estaba de vuelta tras el sprint de escaleras, y lo que comenzó en tragedia acabó en memorable anécdota para esa y muchas otras vacaciones.

Como Walt Kowalski en "Gran Torino": Un hombre protector de su privacidad y de sus macetas.

Por eso es que crecí con esa afición desmedida por el inmortal malditazo de Eastwood. He visto todas sus películas, repito frecuentemente sus frases lapidarias y no me canso de pregonar que es el último de su especie, y para mi el más grande. Alguien me preguntó en Formspring si Clint debería ser más respetado y temido que Chuck Norris, y no dudé al responderle que sí, pues Chuck Norris vende aparatos de ejercicio mientras que Eastwood sigue cimentando su lugar en el Olimpo de los tipos duros, aunque sea como un anciano vetusto y racistoide dispuesto a jugarse la vida por hacer lo correcto.

¿Jugarse la vida? A quién quiero engañar: Clint Eastwood jamás va a morir. Lo que sucederá eventualmente es que decidirá retirarse de la vida, que es muy distinto. Y se dedicará a hacer algo más interesante, fuera de nuestra atención y de nuestro entendimiento. Seguro habrá balazos de por medio, y nosotros los escucharemos como los truenos que anuncian una tormenta.

Porque así de grande es El Hombre Sin Nombre.

34 comentarios en “El Hombre Sin Nombre

  1. Pingback: Tweets that mention El Hombre Sin Nombre « Finísima Persona -- Topsy.com

  2. Un gran post maese toño… recuerdo cuando vi Los Imperdonables, para mi uno de los grandes momentos del cine es cuando el Pistolero entra a la cantina del pueblo y ejecuta su venganza, asesinando a todos los presentes incluido al sheriff interpretado por el tambien gran Gene Hackman, quien alcanza a decir «No merezco acabar así», mientras El pistolero (clint eastwood) le contesta «Esto no es cuestión de méritos» mientras le sorraja un tiro en la cabeza… tal vez no sepa mucho de cine pero para mi es una de las mejores escenas jamás filmadas.

    Esa escena te despierta de putazo, ya que la película narra la historia de un pistolero retirado que ya no quiere hacer lo que mejor hace, que es matar gente sin ton ni son, hasta que la muerte de su amigo lo hace despertar su furia y entonces toda la audiencia entiende que ese tipo que se veía hasta patetíco en realidad era un GRAN HIJO DE PUTA, capaz de echarse al que le pongan enfrente…

    Clint Eastwood siempre sera cosa aparte.

  3. estaria medio hardcore trabajar con un mandril, bueno el clint que era un gran cabron es el de la triologia de sergio leone (por un puñado de dolares, por un par de dolares mas, y el bueno el malo y el feo hasta el dia de hoy rockean y me gustan mas que el topo de jodorowsky) y los imperdonables es una chingoneria, pero lo sucedido a su carnal, es la conversacion que incluye a un megafamoso mas chingona ever que le haya pasado a su carnal a menos que tenga otra que supere ese evento que lo dudo
    ojala nos quede mas clint para rato, pues los de su generacion ya se estan llendo por desgracia
    en cuanto a los puentes de madison ya habiamos quedado que es una chickflick insen

  4. ¡Gran anécdota! Yo solamente lo conozco a la manera de los mortales, en películas. Leí, no recuerdo si fue de Ruy Xoconostle que, “Si alguien sabia hacer cine, era justamente Clint Eastwood” Y pues si, que desafortunado que en ese momento no pudieras entender el impacto que hoy tiene en tu vida. Toño, grande maese. Solo una duda, tu padre ¿Como reaccionó al no ver a Clint, despues de correr por las escaleras?

  5. Valiendo madre!!! Ya no sé si quiero ver la saga de Alex Peligro protagonizada por Clint Eastwood o por Julio Alemán (ambos en los 70’s… ahorita pa’ qué).

    De nuevo, gran post!!

  6. Necesito conocer a tú hermano para saludarlo de la mano. Gran anécdota.

    Cierto, es que Gran Torino fue impecable, pero creo que Clint Eastwood todavía nos regalará una actuación más. Películas tal vez un par más, pero como actor espero verlo partir madres y defendiendo su jardín una vez más por lo menos.

  7. gran anecdota la de tu hermano, efectivamente ya lo había leido antes y lo modificaste lo suficiente para que no sea lo mismo.

    cuando se muera llorarás como cuando se muere Walt Kowalski porque yo si lloré…

  8. Aplausos, poca gente sabemos reconocer a dios hecho hombre, la gran mayoría solo lo conoce como “el viejito mala cara que sale con hilary swank”.
    Saludos.

  9. Excelente post como el previo, que pena que se perdiera el anterior porque estaba muy bueno, pero igual aquí esta en versión remix para que todos podamos rendir tributo a este grande del cine, saludos.

  10. Wow, que excelente post te aventaste.
    Hace unos días recordaba lo mucho que me gustó el papel de Eastwood en Gran Torino, una de mis películas favoritas, coincidiendo el mismo año Carl Fredricksen , 2 señores de aventajada edad que para mí fueron de lo mejor en el cine en ese año. Y recordándolo en El bueno, el malo y el feo, me traumé con su papel, al grado de decir durante mucho tiempo que ha sido de los personajes más cool que he visto en cualquier película (no es que haya visto muchas, pero sí me gustó mucho).
    Y la anécdota del elevador…wow. Creo que ese señor nunca ha perdido lo imponente.
    Saludos!!!

  11. Soy de la opinión de que en la de The Expendables debieron haber metido a Clint «Yo era Harry el Sucio cuando ustedes no sabían ni hacerse una puñeta» Eastwood. Para que incluyera a un badass que sí tuviera mucha actitud, sí te inspirara respeto, y no fuera de los que andan brincando de la acción cabrona a la comedia fácil, como tantos de los dizque Indestructibles.

  12. tocaste un tema ‘intocable’ para mi… el dia en que el se vaya de este plano existencial

    me gusto como lo dijiste de manera de que los plebellos como yo se les hiciera un nudo en la garganta… sin duda Clint es de lo mejor que le ha pasado al cine… recuerdo que la primer pelicula que vi de el fue Harry el sucio, tremenda manera de introducirme al cine de este heroe….

    tenia tiempo sin pasar a su blog de usted, y fue un gran reencuentro, gracias

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