Del Pelón al Chicarcas: Ensayo innecesario sobre El Apodo

El padrote de Sawyer en "Lost", pensando un nuevo apodo...
El padrote de Sawyer en «Lost», pensando un nuevo apodo…

Puede ser ingenioso, hilarante, cruel, obvio, caritativo, sardónico, merecido, inmerecido, sarcástico, complicado, temporal, estigmatizante, legendario, transitorio, lapidario, incongruente, hereditario y recurrente.

Puede trascender a quien lo lleva a cuestas, al grado de borrar todo rastro de su personalidad para verla reducida a una mera asociación de conceptos.

Puede llevarse con orgullo o arrastrarse como una condena.

Señoras y señores: el apodo.

Es tan difícil explicar su espontaneidad como es críptico el develar su proveniencia (en los casos del buen apodo, claro). Pero lo más interesante es cuestionar su origen como forma de identificar al prójimo. ¿En qué momento surgió un iluminado ser humano quien, aburrido de dirigirse a alguien por su nombre de pila, decidió asociarlo con algún objeto, condición o símil de astuta semejanza? ¿Quién fue ese pionero? ¿Dónde está su estatua, para llevarle homenajes y coros de escuela privada? ¿Cómo se llamó ése genio?

Y lo más importante, ¿cómo le decían?

Porque eso sí, el que pone apodos se tiene aguantar cuando se los pongan.  Y hay que estar preparados para lo que venga, pues no sabemos quién ni con qué intenciones nos va a poner un mote que puede pasar de largo por nuestra existencia o quedarse estacionado de por vida como una cicatriz profunda.

Pero vamos por partes. Este sesudo ensayo está dividido en varias partes, que procedemos a diseccionar:

En primer lugar, el apodo es comodidad. Podemos olvidar fácilmente un nombre, pero la asociación mental que hacemos vía el apodo es, frecuentemente, la base del mismo. Yo estuve brevemente asociado con un tipo a quien conocí mediante un amigo común, y después tuve tratos telefónicos y en persona con él durante seis meses, aproximadamente. Se quedó a cenar en casa de mis papás en un par de ocasiones. Incluso fue a uno de mis cumpleaños. El problema es que ahora no puedo recordar su nombre ni a tiros, pero sí sé que el amigo mutuo y yo nos referíamos a él como El Dr. Zedillo. Y sí, había un parecido grande entre este socio y el ex presidente mexicano. Y si su nombre real no vuelve a mi mente, y si él no vuelve a aparecer en mi vida, se irá a la tumba (tanto a la real como a la de mi memoria) con ése apelativo.

Y de ahí la comodidad. No es necesario recordar si Fulano o Sutano escribe su apellido con “s” o con “z”, si es licenciado o nada más pasante, si tiene nombre compuesto o si es tocayo de alguien más. Basta saber que lo podemos clasificar como El Viejo, El Panzón o El Tacuche para identificarlo antes terceros y de forma privada en nuestra mente.

Claro que el problema viene después, al intentar entablar una conversación con dicho ser y darnos cuenta de que sólo nos viene a la mente el apodo. Y es que a menos que la persona se haya identificado a sí misma con un sobrenombre, es imposible dirigirnos a ella con respeto usando nombres asumidos.

“¿Qué tal, Toño, cómo te ha ido?”

“Bien, gracias… eh… brother

Por cierto, ya saben que si me encuentran en algún sitio y me refiero a ustedes como brother… Bueno, mi memoria ya no es lo que era, ¿estamos? Y para las mujeres la equivalencia es algo súper naco como “muñeca”, “bombón”, “belleza” o “su majestad”. A menos que sean rubias, en cuyo caso siempre serán “Güera” o blondie.

Hoy, en plena era del Facebook, he aceptado como amigos a decenas de personas cuyos nombres y/o crípticas fotos no me suenan familiares, y me he dado cuenta de lo importantes que resultan los apodos para facilitar la convivencia humana. Sólo así puedo explicar cómo resultó que me hice “amigo” de Las Focas: un par de viejas bigotonas, prietas y resbalosas cuyo contacto social evité constantemente durante mi época estudiantil y que ahora han resurgido en mi vida, mandándome mensajes donde expresan añoranza por esos buenos tiempos de cuatitud extrema (en sus memorias, al menos).

Por eso me gustaría una aplicación que permitiese buscar personas mediante el puro apodo. Lo digo porque no recuerdo bien los nombres y/o apellidos del Concho, La Cotorra, El Doro, El Carnitas, El Patole, Montaro, El Kampuchea, La Detective McCall, Las Uvas, El Judicial, La Sacarina, El Huevo, Doña Furibunda, La Langosta, La Flaca (’85-’86), El Asesino del Lacito, B. B. Kuino, El Maestrín, El Maní, Mr. Shotgun Gracias, La Flaca (’91-’93), La Tumbahombres y Monsieur LeNac. A algunos quisiera contactarlos. A otros, evitarlos. Pero de cualquier forma mi único recuerdo se reduce a un apodo, y eso no ayuda en tiempos modernos.

Y ni siquiera estoy contando con que estas gentes hayan mudado de apodo, o lo hayan romanceado drásticamente. Es más, vamos a explicar estos y otros conceptos:

Muda: Simplemente, cambiar de apodo. El apodo más fuerte despoja al apodo débil y hace presa del individuo. Tan sencillo como tu amigo que era El Cuatro Ojos y ahora es El Panzón, porque se hizo cirugía Lasik pero a la vez se entregó a la molicie y a la pachorra extrema. O el Cuatro Ojos que se hace el Harry Potter para estar a tono con la cultura pop del momento.

Romanceamiento: Descomposición gradual de un apodo. Mi amigo Pepe Campa cuenta con varios ejemplos entre sus añejísimas amistades, pero el mejor ejemplo ilustrativo en tres pasos es el de su cuate, de apellido Quevedo, que fue apodado El Quepedo en primera instancia, pero ahora es conocido como El Quepez. Algún día tengo que pedirle que me recuerde cómo convirtieron a su amigo Iván en El Kalemao Do Brasil.

Transitoriedad: Es una condición del apodo que sólo aplica debido a ciertas circunstancias, que pueden ser geográficas (El Zar de Todas Las Tacubayas ostentó ese nombre hasta que se mudó a Olivar de Los Padres), sociales (El Solterón se casó) o físicas (La Reata con Nudo dio a luz y volvió a ser conocida como La Flaca), entre otras, pero en el fondo indican que el apodo inicial tiene que mutar en uno nuevo por causas mayores.

Herencia: Así como los luchadores se van pasando la máscara y la identidad de generación en generación, ciertos apodos también constituyen una herencia en algunos casos. El infortunado hijo del Pompis Face pasa a ser el Pompis Face Jr., Canuto tiene que conceder el hecho de que su vástago sea conocido como Canito… Y ni qué decir del pobre Cacotas, o de su hijo el Caquitas.

Mutación: El apodo en sí no cambia, pero sí su asociación. Mi amigo Leonardo tenía una chamarra de náilon negra con forro verde clarito, y rápidamente fue bautizado como El Aguacate. La chamarrita dio guerra, pero a fuerza del uso desapareció. Años después me enteré que le seguían apodando El Aguacate, pero supuestamente era por ser “serio por fuera, maduro por dentro”. Uno nunca sabe a qué va a llevar un inocente apodo: en este caso, llevó a un designio más noble y orgulloso. ¡Salve, Aguacate!

Proliferación: Es cuando el apodo se hace tan común y popular que ya no sirve para identificar a nadie. Ocurre en climas faltos de originalidad e inventiva.

Este último concepto nos lleva a hablar de la necesidad de ser originales con el apodo. Todos los que hemos estado al menos diez kilos por arriba de nuestro peso ideal hemos ostentado el apodo de El Gordo, cosa que no es muy efectiva si en el grupo de amistades o conocidos surge otro gordo. De súbito, el apodo confunde en vez de facilitar la identificación del apodado. Por eso tuve que conceder la genialidad de uno de mis cuates (todavía no sé si fue El Zorro o El Chama) cuando fui bautizado como El Coloso de Santa Úrsula (entonces vivía en casa de mis papás, cerca del Estadio Azteca). Dicho apodo, alusivo a mi situación geográfica y a mis propias dimensiones físicas, incluso me acompañó brevemente durante mi época como El Coloso de Santa Fé (cuando viví en Contadero). Aplausos, señores. Ya perdí el apodo, pero tuvo su momento en el estrellato.

Por eso me desespero cuando mis calvos cuates son designados como El Pelón, cuando se les puede bautizar como La Gasolina (cada vez más cara), o el Cabeza de Rodilla, por ejemplo. Y si usan ciertos peinados estratégicos para ocultar la calvicie, se abren las posibilidades para El Quesillo Oaxaca, El Código de Barras, Lucas P. Lucas o El Melón Con Fleco. Y si ya de plano ganó El Pelón, por lo menos hay que acorrientarlo añadiéndole Sobastián, de las Ovaciones o Decentón.

También hay que recordar que no hay que exagerar la originalidad. A aquél amigo del Zorro a quien le faltaba una oreja se le pudo poner El Van Gogh sin ningún problema, o el Monoaural, pero a fin de cuentas El Tacita resultó más memorable por mera imagen visual. El Plano, hermano de un cuate de la prepa, flirteó brevemente con El Cóncavo, pero acabó siendo El Pompas de Paletero en Bajada (y después nada más El Paletero en Bajada). Piénsenlo, tiene lógica y gracia, pero al requerir de explicación se pierde algo de espontaneidad.

El Ojos de Pellejo Estrecho. El Agonías. El Chico Más Capaz. El Indio Vendepuros. Onán El Bárbaro. El Uffff. El Comochín. La Pesera. La Tapa de Pan. La Dálmata. El Tampax. Los Ibarranitos. La Tía Brocha. La Aceituna. Todos tienen historia y lógica, pero sólo algunos merecen la inmortalidad. Y algunos corren el riesgo de perderla por motivos asociados con la simple civilización y la evolución humana. Conocí a un pobre diablo aquejado de un rarísimo impedimento de lenguaje que fue bautizado como El Fax Entrante (¿recuerdan los ruidos que hace la conexión?). Otro tipo del Colegio México, con la cara plagada de acné, fue bautizado como El Conasupo, por ser un acaparador de granos (la razón está en Google, para los más jóvenes).

El ser aventurados o demasiado audaces respecto a la moda también puede condenar a ciertas personas a una cruel vida de apodos. Mi pobre hermano ha sido El Padrote de Balneario, El Agente de Zipolite, El Hijo del Primo del Santo, El Mesero del Sushi Itto, El Valet Parking, El Brokeback, El Mujercito y El Medias de Seda. Se hubiera llevado bien con un ex compañero de la chamba, El Hombre del Gazné.

También tengo la teoría de que ciertos grupos entran al gusto popular del mexicano no tanto por mérito artístico, sino porque hay una afinidad en cuantro los identificamos con nuestros arquetipos apodísticos. Los Smashing Pumpkins nunca fueron la banda más accesible de la era del grunge, pero estaban encabezados por El Pelón, El Chino, La Güera y El Abuelo. Así que el triunfo les esperaba por designio. Si hubieran tenido a La Chaparra y al Gordo en el elenco les aseguro que acababan naturalizándose mexicanos y todavía estarían de gira en palenques y ferias regionales.

Yo he sido El Perro (Sempere=Semperro), El Churumbel Jr. (gracias, Jefe), El Caché Toño (díganlo rápido) y Toñolele (por el mechón de canas en el copete), y me he tenido que resignar pues he bautizado al Hombros de Peperami, al Cagüamo (que hoy ya es el DJ K-Wis), a la Rebanada de Kiwi, al Químico y al Queso de Puerco. Dando y dando. En el fondo el apodo democratiza y equilibra. Nadie está exento de caer en sus redes.

Mi momento epifánico sobre este último punto llegó en el último semestre de la carrera, cuando una maestra nueva se animó a pasar lista en un salón que llevaba prácticamente 3 años de convivencia semiforzada. La maestra, con la mejor de las intenciones, le preguntaba a cada uno cómo prefería que le llamasen (“OK, María de Lourdes… ¿te dicen María o Lourdes”). Claro, el Coro Griego de las últimas filas se adelantaba en cada caso soltando el apodo en turno. La maestra amenazó con empezar el semestre con duras represalias si no paraba la burla a los compañeros. Y entonces surgió la magia…

Uno por uno, todos los miembros del salón reveló su apodo como elección de nombre para el resto del curso. No hubo labor de coherción de por medio. No hubieron amenazas. De hecho, todos empezamos a reírnos in crescendo con cada nuevo apodo: “Me llaman El Chatis… yo soy La Ñora… El Chavo… La Canica… Escoria… El Burro”. Parecía que estaban cantando una versión más cruel de la tradicional Lotería. Al final de la hora, el grupo entero tenía una identidad única. Presidiaria y corriente, sí, pero única.

Así que nunca desperdicien la oportunidad de apodar, o ser apodados. Es un acto de pertenecer. Y si es bueno, compártanlo por acá, no sean envidiosos. Total, es de cariño, ¿o no?

42 comentarios en “Del Pelón al Chicarcas: Ensayo innecesario sobre El Apodo

  1. Chingado, master… ya hacía falta uno de sus arranques de comicidad irreverente disfrazado de ensayo serio.

    Nomás por eso voy a dejar mis últimos tres apodos, todos ellos de mi actual trabajo:

    -Vampiro
    -Padre Cochico Amaro
    -Daniela Romo

    Saludos y gracias.

  2. Es la escencia de «La mula de tu hermana».

    Yo tengo un amigo al que le dicen el Chulatrón, o el chicatrón, dependiendo del gusto de cada quien..

  3. excelso mi buen sempere!!!!

    yo tenía reservado para mi blog el tema de apodos pero ahora
    quedará en el tintero para que no piensen que fue fusil.

    Pues en verdad los apodos te marcan y como dices muchas veces es lo único que te queda en la memoria de una persona.
    Una vez iba con una chava y me encontré a un cuate con el que jugué muchos años futbol americano (un semillero de apodos, por cierto) Y después de una plática rápida con mi cuate en cuestión, nos fuimos. La chava (con la cual no tenía nada que ver pero ya se sentía con derechos) se ofendió porque no la presenté. Obvio le dije que no la presente porque no me acordaba cómo se llamaba, que era un buen cuate del americano pero no me acordaba en ese m omento del nombre y que ni modo que la presentara como fulanita te presento al DUENDE (días después en un monumental esfuerzo de mis neuronas, me acordé del nombre del buen RAFAEL)

    Por mi lado yo siempre he sido EL JARA (con sus variantes de LAS JARAS, EL JARRAS, JARITA y demás) y por fortuna nunca he contado con un apodo en específico… siempre alguien me ganó el apodo al que pude ser objeto… Ya a alguien le decían el NEGRO, a alguien más le decían CUATRO OJOS y demás.

    Y ya por último porque si no va a parecer que quiero escribir mi blog aquí…
    hace poco en una reunión de amigos de primaria/secundaria, salió el momento de los apodos y pues todo mundo recordando cuál era el apodo (de existir) quien lo había puesto y por qué.
    En ese momento volteó con un amigo (me reservo su nombre por si las dudas) cuyo apodo lo persiguió los 3 años de secundaria sin piedad…
    Le digo que la verdad su apodo si estaba bien manchado y que que poca madre de quién se lo puso. Y muy serio me dice: Tú me lo pusiste.
    OUCH…

    Un abrazo

  4. Gran ensayo de los apodos.

    En este mundo cruel y despiadado nadie está a salvo de poner y de que le pongan un apodo.

    En la superior me decían el Chewie y todos me saludaban con el gruñido caracteristico del wookie.

    Actualmente en el trabajo me dicen El Paria. ya que suelo llamar de esa forma a otro compañero (a él le dicen El Paria del Paria.

    Ya después me desquité poniendo apodos como El Bean, o Haid «El a-gogo» Mendoza.

  5. Uhquéla… y ¿Sam Pérez..? bueno, gran post… y al estilo Flatliners vienen a mí los apodos que en consejo tribal o por inspiración apliqué a algunos seres que tuvieron la desgracia de conocerme… El Ojos de Meato, que después fue simplemente El Meato… El Falopio… La Yosí… El BeeJay (rebautizado así por su parecido a Benito Juárez pero quién sabe qué pensaba el aludido porque se sentía orgulloso de su mote) La Catedral… El Squash… ah… recuerdos…

  6. Que tal Semperroooo, creo que uno de los que mas me gustan es Ego Tapia, pero solo quien lo conoce lo puede apreciar lo suficiente, me parece tu fuiste el creador del mismo y de muchos mas.
    Gran ensayo disfrazado de seriedad pero me encanta sigues siendo el mismo pero mas elegante.Desgraciadamente en la cultura Asiatica los apodos no existen y si llegan a existir es que Carlo o Yo se los pusimos he he por que mira que acordarse de los nombres esta canon.
    Tengo muy buenos de capitanes de Mexicana de Aviacion como aquel capitan que en un vuelo le dio a un arbol al estar saliendo de la plataforma del aeropuerto de Mexicali. …Cabe mencionar que era el UNICO arbol que se habia dado en el tremendo calor del desierto.Ahora es bien conocido como el Capitan Talamontes.
    O aquel que en Villermosa por mal funcionamiento de el camion de recarga de combustible , al fallar este , comenzo a incediarse y por ende el avion que abastecia. El capitan es ahora conocido como Cristobal Colon, porque quemo las naves.
    Tambien un piloto muy malo que en sus adiestramientos periodicos (cada seis meses) corria el peligro de reprobar. Por ende se le conoce como La Mosca porque podia morir a periodicasos.
    Nunca falta el ladron de la cuadra y este capitan era el Capitan Donita , (Don Itacate). Se llevava todo del avion, papel de banio , clinex , jabon , mantequilla , cubiertos, cocas, lo que podia.
    Y el apodo mas original que he recibido y que en realidad me da pena compartir en publico, aunque se que compartirlo contigo es lo mismo, pero me arriesgare.
    En temporada de frio en el CESSA buscaba siempre sentarme en medio de dos amigas que ya estaban bien comodamente una junto a la otra….sin preguntar simplemente me metia en medio de las dos y recobrar una temperatura placentera, de ahi que me gane el apodo de el supositorio!!!!
    Un abrazo
    La Nora

  7. Hola Toño,

    Aunque leo tu blog siempre, quise dejar mi primer comentario hoy nada mas porque donde trabajo los apodos son como el aire que se respíramos: necesarios y naturales.

    Trabajo en la central de abastos (y así ya te haces una idea de como son las cosas acá), en una comercializadora y hay más de 100 personas de almacén y ruta.

    Los apodos por lo regular son sencillos, pues es la mejor manera de comunicarse y encontrar en el inmenso almacén a la persona correcta.

    A mi me toca el trato directo con los choferes y chalanes, así que conozco sus apodos de memoria, ahi te van algunos:

    – A un chalán le deciamos «el pecha cabecha» por las dimensiones de su cabeza, también fue conocido como «cabeza de Juárez», «Cabeza de muñeca vieja» por sus ojos grandes y bonitos, el chamaco es galán.

    – «El cuatro licuas» que lleva una explicación más detallada respecto a los pechos de una mujer y un chofer que anda con ella.

    – «Perro parado» y «Panza de yegua» a dos choferes, ¿has visto cuando se para un perro como le sale la panza? bueno, por ahí va la explicación también para el panza de yegua, pura barriga chelera.

    -«Picudo» o «mamadas» al jefé de almacén por estar siempre con la trompa parada.

    – A una facturista se le conoce como «Heidi» por sus inmensos pechos, es la niña de las montañas.

    – Otro chavo de almacén es «Madonna» por un lunar que tiene arriba del labio.

    -«Cabeza de mapa» para un chofer que recientemente casi se rapó y luce las cicatrices de una pelea, el mapa incluye los ejes circundantes a la central. También es conocido como «michelín» por gordito.

    Como te puedes dar cuenta no son muy originales, pero facilitan la convicencia y la comunicación aquí. Me gusta reirme de los apodos, pero como a todos, no me gusta que me los pongan, aunque aquí la cosa es distinta, ya que no se nota la maldad -salvo algunos casos específicios- del mote, es simple identificación y aceptación, cuando uno de los muchachos tiene apodo es que ya es del grupo. Ahora yo quiero que alguien me diga como me dicen, pero obviamente nunca me voy a enterar.

    Casi todos los demás apodos son por el parecido que tienen con cierta cosa o personaje como:

    Morsa
    Sammy (por el de la tele)
    Baloo
    Broncas
    Negro
    Capulina
    Gueppeto
    Chiquilín
    Nemo
    Bob esponja
    Mr. Satán
    La cuerpo de paleta
    Nalgas de elefante
    El abuelo
    La morena
    La chilindrina
    El niño gerber
    La greñuda
    El mochilas (por la joroba)
    Goriboy y su hermano monkiki
    Pistachón
    y así puedo seguir por muchos más párrafos.

    Nada más te digo la explicación del último.

    El cacá.
    Resulta que este muchacho, que ahora es chofer, cuando era ayudante tenía que cargar camionetas y cuando solicitaban su ayuda siempre decía «voy al baño» y nunca más regresaba. Así de fácil salió su apodo. Ahora dicen que cada mier… coles es su cumpleaños. El acento al final es para darle caché al asunto.

    Y aun me quedan en la cabeza un montón de apodos de los que me faltaron, pero son todavía más comunes.

    Te mando muchos saludos y escribe más seguido, me encanta leerte y ponerme a pensar.
    JULIA

  8. Una vez más queda comprobado que los lectores de Finísimas Personas son los mejores de la Interné! No sólo aportan con sus comentarios, prácticamente REESCRIBEN el original con sus anotaciones…

    Dan††e: jejeje… No te apures, ya vi tus fotos con el guante de jugar billar, y los genios del Instituto Apodaca ya están pensando rebautizarte… Un abrazo!

    Iván: Saludos y abrazos, brother! +1 por mención de La Mula y esperamos tu aporte sobre apodos del medio televisivo.

    El Jara: fue camarón que se duerme con este post. Ni modo, tú llevabas ganados muy buenos temas en sucesión.

    Zeruz: El Paria del Paria no tiene jefa. Es un apodo subalterno, vamos.

    Pacasso: No sé si Sam Perez califica. Digo, tú me dices así, pero no me pusiste así, técnicamente (luego les cuento la historia). Auunque hay que decir que si tenía a alguien en mente como el ser deleznable y cruel que pone los motes más dolosos, mentiría al decir que no eras tú el inspirador. Honor a quien honor merece…

    Ray: El Ñame con Corbata será puesto a mi hermano, en tu honor.

    Flor: ENHORABUENA! No sólo están de pelos tus apodos, me da pavor volverme a subir a un avión después de saber las circunstancias de los mismos. Saludos a Taiwan!

    (NOTA: Flor es La Ñora de la anécdota final)

    Pero el mejor comentario, so far, va para juuuly! Se destapó con una selección de apodos SALVAJES, originados en mi muy querida Central de Abastos (como dijo Ende: otra historia que será contada en otra ocasión). Cabeza de Muñeca Vieja? Heidi? El Niño Gerber? La Cuerpo de Paleta? GENIALIDAD PURA… Aplausos por ese debut y vengan más comentarios!

  9. Saludos Toño, otra vez te volaste la barda, creo que te faltaron la mancuerna del cura y el obispo.

    El cura es el que «bautiza» el apodo y el obispo «lo confirma».

    A mi alguna vez me apodaron el «CPU» por nerd, y un flatulento día nublado, después de un huevo con frijoles y cebollas asadas, me empeoraron el apodo a «el CPyó»

    Espero con ansias que también subas las viejas columnas de finísima persona versión 1.0, ya que en una mudanza me perdieron 6 cajas de revistas, y entre el porno iban varias de conozca mas, y muchas de aquél excelso Quo.

    Me despido, no dejes de escribir.

  10. Falto mencionar el apodo por asociacion, del cual yo cuento con dos ejemplos:

    Cuando estaba en el bachillerato era chaparro y gordo y andaba siampre con un tipo flaco y alto, como ambos eramos nerditos nos trabaron «Pinky y Cerebro»

    Despues creci e iba en la universidad con un cuate que parecia niño y nos endilgaron «La Vaca y El pollito»

    Ademas tenia un cuate que le decia «el Budin» por que parecia que lo habian hecho para no tirar la leche.

  11. Uta, mis apodos han ido de lo sublime a lo ridículo y de vuelta. Cuando iba en primaria estaba flaco y largo, me decían El Calaca, luego El Chicle Mascado. Me cambié de escuela y en un problema de matemáticas que resolví, en vez de decir que un metro cúbico tiene mil litros, dije que equivalía a un kilolitro (totalmente correcto) la pendeja pueblerina de mi maestra hizo que me apodaran Kilolitro, como mi «invento» que según ella no existía.

    Luego otra vez me cambié de escuela, y ya era el Marciano, por ningún buen motivo. Entrando a la secundaria crecí todavía más, y todo flaco como era me decían el Salchichón. Cosa que aprovechaba para decirles a las de otros salones que era por la largueza de mi chorizo.

    Llegando a la prepa, y durante los tres años, fui el Genio. Al fin algo digno y que reconocía mi inteligencia. Aparte, supongo que al crecer en musculatura ya no me quedaban los apodos de flaco.

    En la uni, un cuate sin apodo me vio con lentes y una playera de Superman, y pasé a ser, durante toda la carrera y para alumnos, maestros y demás, El Super. Nada mal.

    Salgo de la carrera, entro desatado a internet, y me pongo el apodo de Icon, luego Icon_Vertebreaker, y de ahí soy Vertebreaker desde hace como 5 años.

    Cuates con apodos raros están El Fracaso del Danonino (un chaparro), El Mamá soy Poquito (aún más chaparro), el Gustavorracho que se vovió el Gustragos, el Señor de las Combis, el Mister Moster, el Replicante Buey Tlatoani (nunca supe por qué), la Shaka (es virgo), el Señor Lord (treintón que se juntaba con nosotros los veinteañeros del 2000), el Germano (un pendejazo mitómano que juraba ser hijo de alemanes) que degeneró en el Germáioni (como Hermione, de Harry Potter), el Hocico de Sauron, y así varios.

    Excelente Post, Toño. Y excelente apodo el de Finísima Persona. XD

  12. Yo era rebuena para poner apodos junto con mi mejor amiga en la Uni, pero también siempre me la regresaban. En la prepa le pusé a ua amiga chewbaca y me la regreso y me pusieron entre todas Chubi, que se deformo en Chuki y luego a Chuka, acompañado a veces de pachuca.

    En la uni estuvieron la 1.20 y la 1.80, dos chavas inseparables amigas donde una era aaalta y la otra chaparra también llamadas chaparrón y Lucas. La nanny una vieja ridícula de calcetas de niñera de los muppets, la horse, rainbowbrite, neo recagado, pedro picapiedra, Jimmy Neutron ede esos me acuerdo por el momento. A mi me llamaron «Chotas» que llevo y presumo honrosamente, porque tengo buena bobbie, por sí había dudas

  13. Fanstalker?????
    Pacasso?????
    Neta??????

    Me quedé bien aperplejado…

    OK, segunda ronda de honores:

    MIGUEL: brillante observación sobre cura y obispo, esenciales en el proceso del apodo.

    DANIEL: anexo factura por un teclado de iMac que eché a perder con un buche de Mountain Dew al leer «El Budín». Notuvomadrecaón…

    VERTEBREAKER: un honor recibir un post que, más que nada, es una autobiografía, y +2 por El Fracaso del Danonino y El Replicante Buey Tlatoani (inexplicable y aún así, excelso).

    ANGIEPOQUIANCHI: tremendo ejemplo de romanceamiento (de Chewbacca a Pachuca), con adicional de orgullo por «Chotas». El apodo es como un trauma de la niñez: si osas nombrarlo, eres su dueño y adquieres poderes sobre él.

    PACASSO: ¿Acaso había duda de quién iba a ser el primero en pedir fotos?

    DAN††E: ¿El Michael Jackson del Bicho?

  14. Y por cierto Toño… si, don Pacasso tiene un fanstalker y que de hecho se ardio por tu comentario de que el humor del buen Pacasso no es fino (aquella vez que te andabas cruzando con el jarabe para la tos). Y conmigo se ardio y a ciencia cierta no se por que… creo que por distraer un momento la atencion del objeto de su adoracion.

  15. Que gran post… el tema me llegó tanto que es la primera vez que escribo algo en este o cualquier blog. En la secundaria un profesor de español me puso (involuntariamente) el Chancho, que degeneró a Chacho, por gordo. Ya en la prepa, me bautizaron como el Hitler o Jitler mas bien, según los manchados de mis amigos por mi «innegable parecido físico» con él… manchados y marihuanos, no me parezco en nada, aunque sí me ví medio racista cuando a uno de mis camaradas del futbol americano le puse El trasero (cu…) de perro, por negro y apestoso, nada original, pero ameritó que él me pusiera el mata-pollos por que trabajaba en una rosticería los fines de semana, lógicamente después de algún tiempo fui simplemente el pollos. Hoy soy el rudote, pues rudo es un adjetivo que uso casi en cualquier circunstancia, por ejemplo si alguien se mete al baño que está ocupando otro, para mi entró «rudamente» o «a lo rudo», en su momento, al responsable (o irresponsable) de esa bochornosa acción, le dije llanamente ¿así de rudo? Cuando atestigüé su temeridad, lo mismo que cuando otro camarada se burló con carcajadas y todo, de una viejecita que se cayó con unos cartones que él mismo dejó en la banqueta… el patán también «rudeó». Los últimos apodos que he puesto son: el Jesuspisto (a un carnal que se dejó una barba y la mata que ni el Buki ostentaría de tan grasientas) y el Fox (al individuo que, para atacar a Benito Juárez escribió que «ese güey -sic- no vale, hay otros que son ejemplo para los jóvenes, como por ejemplo está el ejemplo del gral. Felipe Ángeles». Se ganó el sobrenombre a pulso). Toño, gracias por escribir este ensayo, ¡gratis!

  16. Qué onda, estimado maese Toño, me costó mucho trabajo no carcajiarme en la oficina.
    Hay algunos apodos genéricos, que podrían aplicar a varios amigos míos de la prepa y la carrera, como «El genio», porque se aparece cada vez que se destapa una botella.
    Pero los que son verdaderamente geniales (desgraciadamente no se me viene ninguno a la memoria) son los que puedes encontrar en las secciones de nota roja. Los apodos de los hampones que agarran son buenísimos. Si tan sólo todos esos güeyes utilizaran el ingenio que tienen para poner apodos por el bien de la humanidad…

  17. Juanin, eres el Gabo de la interneis, una verdadera joya tu ensayo de los apodos.

    Te presumo que ayer desayune con el mismisimo Super Muñeco

  18. Este post sí que generó respuesta…

    DAN††E: Me hiciste recordar el cántico de la porra que sonaba cada vez que entraba yo a cualquier reunión de la prepa/universidad –«¡Que Toño Sempeeede!¡Que Toño Sempeeede!»… Pero no me busques… Estaba pensando en algo tan rebuscado como DanTeleras Pa’untar Chiles, pero otro vistazo a la infame foto facilitó las cosas: El P-Dante de Medio A-Guante.

    Por cierto, dénse una vuelta por el blog de mi nuevo compadre y líder escénico de Jericaya Funky: http://deliriosdelarcangelcaido.blogspot.com

    ALENGENDRO: Aquí siempre celebramos a quienes comentan, y más a quienes lo hacen con tan buen material. Ya estoy por robarme El Jesuspisto para un cuate borracho que tengo, quien luce unas greñas como de Cristo de Iztapalapa.

    OLIVIER: ¡La crema y la nata de Paiki nos empieza a honrar con su presencia! Y sí, el gremio criminal es excelente fuente de apodos. Aperte de que todos tenemos un alter ego en el hampa con el que compartimos un alias, así que siempre es divertido ver encabezados como «Cayó El Semperro» o «Asesinan al Totopo en un Vips».

    TOTO CHECA: ¡Chale! ¿Cómo superar un desayuno con el Súper Muñeco? Ahora mi historia de cuando El Santo me retó a sonarle un sillazo en el lomo va a sonar a puro ardor (ni hablar, a reposar al archivo).
    Por cierto, atentos lectores: en el comentario de mi carnal Toto se encierra una clave que indica qué tan viejos camaradas somos. ¡También está armando una buena ronchita en su Blog Mata Psiquiatra!

  19. ¿y en que consistirá que algunos se adueñen del apodo, lo presuman y hasta hagan que se pierda el nombre con el cual fueron bautizados, y otros renieguen por toda la eternidad de haber sido víctimas de algún ingenioso compañero de escuela?

  20. y otra pregunta inútil: ¿porqué algunos parecen intocables y nadie les pone ningún apodo? será por el respeto que infundan, o porque son tan intrascendentes que nadie se toma la molestia siquiera de inventale un nombre alterno?

    por cierto, a mi hermana le decimos «Gumara» porque cuando estaba chiquita decía que quería ser sirvienta, y como era la época de «papá soltero», pues adoptó el nombre de la fámula del programa 🙂

  21. FREUD’S DAUGHTER: ‘pos no que Hija de Freud? Tú deberías saber porqué a unos se les queda y a otros nomás no, ¿cierto?

    No, en serio, creo que si manifiestas demasiado entusiasmo por un apodo, no se queda, pero si te molestas demasiado, sí. Esa es mi teoría. Y de los apodos que no se ponen por miedo y/o respeto también es cierto. Ahora bien, a los intrascendentes: tuve un cuate tan gris, común y corriente que le decíamos El Ciudadano Promedio o El Clip Art. Parecía monito genérico de los que vienen en los demos y templetes de Power Point.

  22. De los apodos no hablo mucho… sufro del «Sindrome del Apodo» [ en forma técnica mi edad es proporcional al numero de apodos]

    Aunque adonde quiera que voy no falta alguien a quien le digan «pollo», «panque» o «ma[ma]cita»

  23. Pues mi apodo por un tiempo fue el de Monkey, pero el desquite (como buen mexicano) fué de apodos memorables como: El Niñosaurio, El Ñe, Taliban (un carnal como de 2 metros y obscuro como el café), El Tieso, El Patan y muchos más que no recuerdo en el momento.

  24. Pues yo he puesto apodos como Chucholetas (a un cuate que se llama jesus y es Gordo), Condorito a un cuate narizon y pues me han dicho apodos como Ingeniero (por reprobar fisica).

    Saludos y buen blog.

  25. Por mis dientes chuecos en la secundaria me decian el Beetlejuice, a lo que un amigo me comenzo a decir piterjuice y otro mas se siguio con el payaterjuice, por payaso y pues eljuice era para segui con el apodo, aunque yo le puse a otro compa el leyendas,por mitomano, en la prepa (y con los dientes bien) tube una variacion del apodo, ya que en ella estaba gente de la secundaria pero que no estaban en mi salon, asi que solo me conocian como el ¨paya¨ y me las arregle para a uno decirle el caca por que todo lo que hacia,y decia valia para pura miereo aunque solo fue en la prepa, y de alli en adelante tanto en la escuela el trabajo o la iglesia solo soy el LOYA (por el apellido) con sus respectivas variaciones por el peso(Loyota) o con cariño (Loyita)

  26. Uta, no he parado de reirme: ese apodo de «reata con nudo» y el de «tacita» me han hecho el día…qué risa! me acordé de algunos compañeros:
    «Elbo» le decíamos así por tener una prominente quijada, aunque la versión completa era «Elbo…con»
    «Tonelada» a un cuate que estaba regordo
    «El micrófono» a un amigo flaco, alto y con afro (y que además casi siempre vestía de negro)
    «Foquito» un excompañero chaparrito y frentón
    «El químico» le decíamos a un cuate bien feo, porque de físico no tenía nada…

    En fin, qué gratos recuerdos!

  27. Ya para terminar, el anterior ‘desgobernador’ de Yucatán, era panista y de físico alto y delgado, además de tener una escasa claridad mental y mínima preparación profesional, por lo que, el periódico (en realidad es un pasquín) ‘por esto’ (de filiación priísta) lo bautizó como «el alto vacío». Y aquí en Yucatán algo anda mal, pues el desgobernador anterior al ‘alto vacío’ no tenía más que un bachillerato (supuestamente) pero eso sí, fue el típico líder estudiantil, golpeador y grillero; y la que ahora es desgobernadora, una tal Ivonne, tampoco tiene bachillerato, siendo su principal mérito el ser sobrina del desgobernador priísta anterior. Ahora sí que las cosas en la ‘Hermana República de Yucatán’ están de la fregada…

  28. Hola Hermano.. primera vez que leo tu blog ya que casi casi me obligaste a entrar y me anime al leer este artiuculo y las participaciones de los demas, como esta en mi apodo de por vida superior que me lo pusiste TU y Joseboberto (nuestro primo) al estar chicos y no poder decir Manuel se deforomo Manel-Nel y pues que mas decir, en estos momentos recuerdo algunos buenos apodos de mis amigos, compañeros y enemigos puestos algunos por mi y otros por el Cartel de la carrilla.
    Algunas personas no necesitan apodo ya que su cara o fisico combinado por un nombre de bautizo hacen una combinacion grotesca, se da mucho en obra como los nombres liborio, Epigmenio, Genovevo, Macedonio y rosalio.

    El Matalote.. puesto por el sonidero del pueblo por fundir un toro mecanico en una feria de peleas de gallos y carreras parejeras.

    El Pfff… no hablaba y solo se sentaba en la banqueta a destapar una chela de lata( sonido de la lata)

    El tamal de dulce.. amigo con cuerpo de tamal todo parejo, con un sweater color rosa palido.. se le quedo de porvida.

    El corky… por la serie de la vida tiene su curso.

    La Pulp fiction… amiga con corte de pelo de copete como uma thurman.. obvio con sus debidas proporciones.

    La Pared.. por la cara identica al individuo del calabozo.

    el Jockey de botero.. ese es a mi hermano.. saludos bro!!

    La Ubres, El come mangos.. por su prominente mastemia, EL caribe..(cariV…ga),Carina..(carinalga), El sorrillito.. se parecia al sorrillo de las peliculas mexicanas que gritaba (mi amito), La piraña.. niña con boca chiquita y dos filas de dientes, El terror de las hormigas..pisaba y con el otro remo las barria (amigo handicap que tenia), el huevon, el mas huevon, el perame tantito y el ahorita los alcanzo… 4 holgazanes de primera. prometo hacer memoria y mencionar mas que de momento no me llegan a la mente, ojala les sirvan de algo estos apelativos.

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  32. Lo de la romanceada o tropicalización del apodo me ha sucedido en varias y diversas ocasiones.

    Su servilleta, originalmente, «El Negro» desde la cuna pasó a ser Negraín (Efraín), Memín, José Angel (El Cuervo), Madamme Nigga (por organizar una despedida de soltero), Bola 8 (sí, también me falta pelo) y el que más ha pegado: «El Morete» ostentado ya desde hace casi 20 años. Todos estos, seguidos y precedidos de una larga lista de ectéteras que le dan vueltas a lo mismo.

    En cuanto a los que me ha tocado infligir, la inmensa mayoría han sido derivados del nombre del apodado:
    – El Pasmado de nombre Amado, pero lento como desayunarse un licuado de cemento.
    – Un compadre de apellido Canobbio empezó siendo Canabbis y por romanceo terminó siendo Moisés.
    – Un tal de apellido Mares degeneró en Bares.
    – El Pepelotas, por José y por huevón.

    En cuanto a atributos (o destributos) físicos, La Botarga.

    Y en cuanto a apodos por asociación, como mencionó Daniel, co-existimos alguna vez en la escuela tipo muy flaco, otro muy gordo y su servilleta que fuimos conocidos como «El McTrío (papas, BigMac y cocacolón).

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